Días libres; día uno

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Después de las dos de la tarde, Jihoon recibió la llamada del alfa de que había despertado y que iba a estar muy ocupado para llamarlo en el transcurso del día, Jihoon lo entendía, así que no se preocupó por eso, de todas formas habían tenido un tranquilizante por la mañana con aquella videollamada, que seguramente volverían hacer pronto si el alfa no se apresuraba en cerrar el negocio.

Jihoon odiaba ponerse en evidencia cada vez que entraba en celo, pero debía meter su ficha para faltar al menos tres días al trabajo. Sabía que su esposo tardaría más tiempo en llegar, pero no era muy conveniente quedarse en la oficina con el hambre feral que le daría si olvidaba tomar los supresores, además su mente pervertida salía a la luz y eso lo hacia desconcentrarse. Así que para el final de su día laboral, se retiró dejando a cargo a su segundo al mando para que todo siguiera en orden.

Las pastillas eran de mucha ayuda, controlaban su calor, evitaban la erección de su pene y mantenían su trasero seco, las únicas tres cosas que le importaban para poder pasar el rato con su hija y que ella no se diera cuenta o se preocupara por lo que pasaba. Ambos llegaron a casa temprano, dándoles la oportunidad de preparar el pastel de chocolate que Seunhee había pedido desde hace días, pero que por la falta de tiempo no habían podido hacer.

Para la noche, se sentaron a la mesa a comer de su trozo de pastel; Sunhee movía los pies de bajo de la mesa y movía su cabeza de un lado a otro con una enorme sonrisa. Por ratos miraba su pastel y por otros a su papá, quien levantaba las cejas en diversión al ver las expresiones de la pequeña.

—¿Puedo comer más?— preguntó lista para levantarse de la mesa y buscar otro trozo igual de grande que el anterior.

—No, es demasiado dulce para un día y ya es tarde.

Sunhee dibujó un puchero en sus labios y sus ojos se humedecieron —mmmh yo quiero otro pedazo, por fi— junto sus manitas frente a su rostro, tallándolas suavemente.

—No, ya dije. Además, ¿no quieres que papi Cheol también lo pruebe cuando regrese?

—Pero él tardará en regresar, no se dará cuenta de que hicimos pastel.

—¿Cómo que no me daré cuenta?— preguntó SeungCheol asustando a la pequeña, quien estaba sentada dándole la espalda a la puerta de la cocina.

Miró hacia atrás, sorprendiéndose de verlo —¡papi!— se bajó corriendo de su asiento para lanzarse directo a los brazos del alfa.

SeungCheol recibió con una enorme sonrisa a SunHee y la cargó en brazos dándole un par de vueltas antes de dejarla en el suelo —así que planeabas comerte todo y no dejarme nada— dijo arrugando sus cejas y nariz en protesta.

—No dijiste que vendrías hoy— dijo Jihoon, también sorprendido, pero feliz de tenerlo al fin en casa. Recibió un corto beso en sus labios, sonriendo al final.

—Es cierto, si hubieras avisado antes, guardaríamos un trozo para ti— replicó la pequeña.

—¿Eso quiere decir que no hay pastel para mi?

—Sólo si yo como otro pedazo— la niña miró a Jihoon con ojos de súplica.

—Que inteligente— murmuró SeungCheol.

A Sunhee le costó demasiado trabajo, pero terminó convenciendo a sus padres de que pudiera comer otro trozo de pastel, aunque esta vez no fue tan grande, comer tanta azúcar la haría perder el sueño y la llenaría de energía, lo que menos querían sus padres si mañana debían levantarla temprano.

El efecto de los supresores estaba desapareciendo del cuerpo de Jihoon, la noche era fresca, pero él comenzaba a acalorarse demasiado. Aprovechó que Seungcheol y Sunhee limpiaron los trastes sucios de la cocina para recostarse en medio de la cama con los pies del lado de la cabecera y con el aire acondicionado directo a su cuerpo, se sentía bien, pero sabía que dentro de poco necesitaría la ayuda del alfa.

Entre bebés [Jicheol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora