Un malentendido

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SeungCheol se removió en la cama por el dolor de cabeza que le causaba escuchar la ruidosa alarma, era demasiado temprano para despertar, pero debía ir al trabajo, así que no le quedaba más que levantarse. Al mirar al lado de él, el lugar estaba vacío, Jihoon ya se había levantado y al parecer no quiso despertarlo. Corrió por toda la casa, esperando aún encontrarlo para detenerlo. Al bajar las escaleras lo vio en la puerta de la casa, recogiendo su billetera y llaves.

—¿Vas hacerlo?— lo tomó del brazo para que lo mirara.

—Se me hace tarde para ir a la cita, te dejé en la cocina las instrucciones para Sunhee, no se te olvide llevar su tarea, está en la sala junto a su mochila.

—Jihoon...

—Tengo que irme.

—¡Maldita sea Jihoon! No me hagas esto— gritó con enfado.

Jihoon apretó los ojos por lo inesperado que fue el grito del alfa —si hubieras llegado ayer para nuestra cena, hubiéramos hablado de esto y no tendrías miedo en este momento.

—¿De verdad vas a abortar?

Jihoon suspiró —tengo que irme.

—Si lo haces, no regreses— hizo una pausa —si vas a abortar a nuestro bebé no quiero mirarte a la cara cada día.

Al omega se le hizo un nudo en la garganta, le dolía que Seungcheol pensara que era capaz de hacer tal cosa. —No es mía la cita, ¿si? Pero tengo que ir.

—¿Qué?

—Te lo explicaré en el almuerzo, no olvides preparar a Sunhee.

Dicho aquello se soltó del agarre del alfa y salió de la casa. Seungcheol le propinó un golpe a la pared junto a él, logrando quitar un poco de la pintura, pero los nudillos de sus dedos comenzaron a sangrar. No sentía dolor en su mano, le dolía más lo que su omega estaba haciendo sin darle explicaciones.

Sin darse cuenta, Sunhee llegó hasta él, con lágrimas en los ojos —¿qué tienes papi? ¿Por qué ayer te veías tan mal y ahora sangra tu mano?

Seungcheol miró su mano dándose cuenta de las heridas —lo siento princesa, te hice preocupar— se arrodilló para quedar a la altura de la niña —estaré bien, iré al médico después de llevarte a la escuela, ¿ya desayunaste?

Sunhee negó —¿dónde está papi Hoonie?

—Él tuvo que hacer algo desde muy temprano, hoy me encargaré de ti, ¿si?

La pequeña asintió y se dejó guiar por su papá hasta la cocina. Entre los dos prepararon el desayuno, haciendo menos amargo el momento para SeungCheol, quien deseaba con todo su corazón que fuera real lo que había dicho el omega, que la cita no era para él y que había una buena razón para hacer aquello. El nudo en su garganta cada vez se hacía más doloroso, las lágrimas amenazaban con salir de los ojos, pero debía ser fuerte, por Sunhee tenía que hacerlo.

Llevó a la pequeña al kinder, donde la abrazó fuertemente antes de dejarla entrar a las instalaciones. Apretó el puente de su nariz y una vez más tuvo que contener las lágrimas mientras la veía alejarse de él. Nunca se había sentido así, ni cuando era un adolescente susceptible a cualquier cosa; sólo Jihoon podía voltear su mundo de tal manera.

Cada cinco minutos miraba el reloj en su muñeca, esperando alguna llamada o mensaje de Jihoon, pero no había nada. Sentado frente a su escritorio, miraba su computadora o los papeles frente a él, pero no podía concentrarse en el contenido, era como cuando en sus sueños trataba de ver algo en específico, pero lo único que lograba ver eran líneas borrosas. Salió de su oficina en más de una vez, haciendo un recorrido a sus empleados, pero principalmente al departamento del que se encargaba el omega; al ver la puerta abierta, sabía que aún no había llegado.

Entre bebés [Jicheol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora