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Un día, un carro azul de dos ruedas subió por el camino y dejó una gran caja de embalaje en el patio.
-En ella hay mucha vajilla y plata de mi madre, Jane -dijo papá-. Pensé que te gustaría tenerlas. Te llamaste como ella. Han estado guardadas desde que...
Papá se detuvo de repente y el ceño que Jane siempre quería suavizar apareció en su frente.
-Llevan años empaquetados.
Jane sabía perfectamente que había empezado a decir "desde que tu madre se fue", o palabras parecidas. De repente se dio cuenta de que no era la primera vez que papá había ayudado a arreglar una casa... no era la primera vez que se había entusiasmado con la elección del papel pintado, las cortinas y las alfombras. Ya lo había hecho antes con su madre. Tal vez se habían divertido tanto como papá y ella lo estaban haciendo ahora... O más. Mamá debía de estar encantada de arreglar su propia casa. Nunca tuvo nada que decir sobre los arreglos en el 60 de Gay. Jane se preguntaba dónde estaría la casa en la que habían vivido papá y mamá... la casa en la que ella había nacido. Había tantas cosas que le hubiera gustado preguntarle a papá si se hubiera atrevido. Pero él era tan bueno. ¿Cómo pudo dejarlo mamá?
Fue muy divertido desempaquetar la caja de la abuela Stuart. Había preciosos trozos de cristal y porcelana... La vajilla de la abuela Stuart, de color blanco y dorado... copas de cristal de tallo delgado... pintorescos platos de todo tipo. Y
plata. Un juego de té, tenedores, cucharas "Apóstol" y saleros.
-Esa plata necesita ser limpiada -dijo Jane con entusiasmo.
Qué bien se lo pasaría limpiándola y lavando toda aquella delicada vajilla. Pulir la luna no era nada comparado con esto. De hecho, la vida lunar había perdido su antiguo encanto. Jane ya tenía bastante con mantener su casa impecable como para ir de juerga por la luna. De todos modos, las lunas de la isla nunca parecían necesitar ser pulidas.
Había otras cosas en la caja... cuadros y un delicioso y antiguo lema enmarcado trabajado en lana azul y carmesí. "Que la paz de Dios habite en esta casa". Jane pensó que esto era encantador. Ella y su padre tuvieron interminables discusiones sobre dónde debían ir los cuadros, pero al final los colgaron todos y marcaron la diferencia.
-En cuanto cuelgas un cuadro en una pared -dijo papá-, la pared se convierte en tu amiga. Una pared en blanco es hostil.
Colgaron el lema en la habitación de Jane y todas las noches, al acostarse, y todas las mañanas, al levantarse, Jane lo leía como una oración.
Las camas florecieron en maravillosas colchas de retazos después de que aquella caja llegara a casa. La abuela Stuart había confeccionado tres... una cadena irlandesa, una estrella brillante y un ganso salvaje. Jane puso el Ganso Salvaje en la cama de papá, la Cadena Irlandesa azul en la suya y la Estrella Flamígera escarlata en el estante de las botas para cuando tuvieran una cama para la habitación de invitados.
Encontraron un soldado de bronce a caballo en la caja y un brillante perro de latón. El soldado fue a parar a la estantería del reloj, pero papá dijo que el perro debía ir a su escritorio para mantener el orden de su gato de porcelana. El escritorio de papá había sido traído de la casa del señor Meade y estaba instalado en el "estudio"... un viejo y brillante escritorio de caoba con estantes deslizantes y cajones y casilleros secretos. El gato estaba sentado en una de las esquinas... un gato blanco, con manchas verdes, con un largo cuello serpenteante y brillantes ojos de diamante. Por alguna razón que Jane no podía comprender, papá parecía apreciar esa cosa. Lo había llevado todo el camino desde Brookview hasta Lantern Mill en la mano para que no se rompiera.
El botín particular de Jane era un plato azul con un pájaro blanco volando sobre él. Después de esto, comería en él todas las comidas. Y el viejo reloj de arena, con sus arenas doradas, sobre su base de nogal era encantador. -Principios del siglo XVIII -dijo papá-. Mi bisabuelo era un lealista de la Unión Europea y este reloj de arena era todo lo que tenía cuando llegó a Canadá. . eso y una vieja tetera de cobre. Me pregunto... sí, aquí está. Más pulido para ti, Jane. Y aquí hay un viejo tazón de loza a rayas azules y blancas. Mamá mezclaba sus ensaladas en él.
-Yo mezclaré las mías en él -dijo Jane.
Había una cajita en el fondo de la caja grande. Jane se abalanzó sobre ella. -Papá, ¿qué es esto?
Papá se la quitó. Tenía una mirada extraña.
-¿Esto? Oh, eso no es nada.
-¡Papá, es una Medalla de Servicio Distinguido! La señorita Colwin tenía una en su habitación en St. Agatha... su hermano la ganó en la Gran Guerra. Oh, papá, tú... ...tú...  -Jane se quedó sin aliento de orgullo por su descubrimiento.
Papá se encogió de hombros.
-Nunca puedes engañar a tu fiel Jane, dice ella. Lo gané en Passchendaele. Una vez me sentí orgulloso de ello. Parecía significar algo cuando... Tiralo. La voz de papá era extrañamente salvaje, pero Jane no la temía... como tampoco temía sus rápidos y breves arranques de mal genio. Sólo un destello y un chasquido como un rayo de una nube de verano, y luego el sol de nuevo. Nunca se había enfadado con ella, pero él y el tío Tombstone habían tenido alguna que otra discusión.
-No lo voy a tirar. Me lo voy a quedar, papá.
Papá se encogió de hombros.
-Bueno, entonces no me dejes verlo.
Jane lo puso en su buró y se regodeó en él todos los días. Pero estaba tan entusiasmada con el contenido de la caja que puso azúcar glas en lugar de sal en el estofado irlandés que preparó para la cena y su humillación le robó durante un tiempo su alto placer en la vida. Sin embargo, a Happy le gustaba el estofado.

JANE DE LANTERN HILLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora