Capítulo 11

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Me puse la ropa que usaba siempre para el salón de juegos, y cuando salí del armario Zayn ya estaba desnudo, mirándome. Me acerqué a él. 

—¿Qué vas a hacerme? —me preguntó. Sonreí. 

—Hum... No lo sé... Me has pillado un poco desprevenida. —dije divertida.

Hum... ¿Un poco de suspensión?

Fui hacia el mueble, agarré el collar y unos arneses, los cuales eran lo suficientemente fuertes para sujetarlo sin problema y que no se cayera.

Fui hacia él, le puse el collar y le até una especie de corsé de cuero en el abdomen, para poder sujetarlo en el gancho.

—Ven. —le ordené, y él vino hacia mí. —De rodillas en el suelo.

Cuando estuvo colocado me agaché junto a él, puse unas esposas en sus tobillos, las cuales tenían un palo en medio que le obligaba a tener las piernas abiertas, y las até al arnés de modo que no pudiera bajarlas.

Después até sus muñecas y las até con sus tobillos. Me levanté y bajé el gancho para poder subirlo. Lo enganché al arnés y empecé a subirlo, de modo que quedara en el aire, atado y completamente indefenso.

Se sonrojó y yo fui al mueble, a por la fusta. Volví junto a él y la deslicé sobre su abdomen. Y lo azoté.

Lo azoté repetidas veces allí, terminando más fuerte y haciendo que se moviera y acabara girado.

Sonreí e hice lo mismo en su nalga derecha, haciendo que gruñera. Acaricié las zonas que había azotado y me dirigí de nuevo al mueble. Agarré un vibrador, el cual tenía bastante intensidad, pero no el que más, y el lubricante, y me acerqué a él de nuevo.

Supongo que estaría lo suficientemente dilatado como para que el vibrador entrara sin problema.

Vertí lubricante sobre el vibrador y giré a Zayn hacia mí, de modo que mirara hacia la pared. Empecé a empujar el vibrador dentro de él y gimió. Le di al botón haciendo que se pusiera en marcha y empecé a sacarlo y a meterlo, haciendo que gimiera de nuevo.

Empujé más, hasta que quedó dentro, y guardé el lubricante de nuevo en el mueble.

Volví hacia él y empecé a masturbarlo duramente, haciendo que inclinara su cabeza hacia atrás, mordiendo su labio.

—Hm... —gimió, mordiendo su labio.

Cuando se puso duro, empecé a masturbarlo con la palma de mi mano, de arriba a abajo, sin rozar su glande, haciendo que se retorciera. Y cuando su glande empezó a enrojecer, empecé a mover la palma de mi mano circularmente sobre su éste, haciendo que gimiera alto y se arqueara.

Con la otra mano acaricié sus testículos, mientras lo veía derretirse a causa del placer que yo le proporcionaba.

Su respiración empezó a agitarse y su cuerpo a tensarse. Sonreí. 

—Ya sabes que no puedes correrte. —asintió con la cabeza, aguantando la respiración.

Me separé de él y fui a por el látigo de cuerdas, volví y lo azoté, haciendo que gimiera. Lo azoté varias veces seguidas, hasta que esa zona enrojeció. Lo acaricié y él cogió aire. 

—Por favor. —suplicó.

—¿No puedes aguantar?

—No. —dijo con un hilo de voz. Reí. 

—No. —susurré, y él tragó saliva. Empecé a acariciar su glande de nuevo y empezó a soltar aire lentamente, intentando no correrse.

Empecé a masturbarlo duramente y él se retorció, intentando controlarse. 

—Uh... —respiró, tirando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos con fuerza.

—¿No puedes? —me burlé. Sollozó. 

—Por favor. —me suplicó una vez más. —Por favor. —sollozó de nuevo, al ver que no paraba de mover mi mano.

—¿Qué quieres? —susurré. Cogió aire y gritó. 

—Llegar. —dijo, y no podía soportarlo más.

—Córrete. —le dije, y él llegó, gritando alto, arqueando su espalda, cerrando los ojos y tirando la cabeza hacia atrás.

Acaricié su abdomen y empecé a bajarlo. Lo desaté y dejé los arneses a un lado. Saqué el vibrador de su interior haciendo que soltara un pequeño gemido y lo apagué.

Lo dejé todo sobre el mueble. Ya lo colocaría mañana.

Se levantó del suelo, temblando. 

—¿Qué tal estás? —le pregunté.

—Temblando. —susurró él. Medio sonreí y acaricié su mejilla. 

—Ha sido intenso. —le dije. —Y además has tenido tres en un solo día, es normal. Vamos a dormir, anda. —le dije. Agarré la manta de la cama del salón de juegos y lo tapé con ésta.

Caminé junto a él para asegurarme de que no se caía a causa del temblor en sus piernas y cruzamos el pasillo, hasta llegar a la habitación de invitados. Lo dejé en la cama y le quité la manta del salón de juegos para taparlo con la otra.

—Voy a dejar esto y a cambiarme. —le dije, y él asintió con la cabeza.

Salí de la habitación de invitados y me metí de nuevo en el salón de juegos. Dejé la manta sobre la cama y dejé la ropa que usaba de nuevo en el armario. Agarré la mía y salí para ir a mi habitación.

Dejé mi ropa en la silla y me puse mi camisón de seda rosa.

—Willa. —escuché la voz de Zayn desde su habitación y anduve hacia ésta.

—¿Sí? —dije asomándome.

—¿No... Duermes conmigo?

—Había pensado que igual querrías dormir solo. —dije. —¿Prefieres dormir conmigo?

Asintió con la cabeza tímidamente y yo sonreí, entrando. Él se hizo a un lado para dejarme espacio y me tumbé junto a él.

—Buenas noches. —me susurró.

—Buenas noches. —le susurré de vuelta.

***

Me removí un poco, pero estaba rodeada por unos brazos. Abrí levemente los ojos, pero apenas veía nada, solo lo que la luz de la luna me permitía ver.

Zayn tenía su cabeza sobre mi hombro y me rodeaba con su brazo. Giré levemente la cara para verlo mejor. Tenía sus ojos cerrados y respiraba tranquilamente. Se veía... Tierno, durmiendo. Sonreí y alargué mi mano para acariciar su mejilla. Sonrió, y aquello provocó que yo también sonriera.

Pero la sonrisa desapareció de mi rostro cuando esta pregunta pasó por mi cabeza: ¿Qué estás haciendo?

Estaba comportándome distinta con él. Con él era diferente... Me comportaba tierna con él... Cuando me descuidaba, claro. Pero me salía solo, sin poder evitarlo. ¿Por qué hacía esto? Inconscientemente.

Yo no era así con ningún sumiso. No había sido así con ninguno.

Suspiré y acaricié su brazo, que me rodeaba. 

—¿Qué me estás haciendo, Zayn?

BDSM | Zayn MalikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora