Capítulo 9

20 3 0
                                    

David

Eran las siete de la mañana, el único momento del día en el que José y mi madre no se levantaban, el único momento del día en el que podía hacer lo que me daba la gana antes de ir a clases. Desayunaba con la última imagen de mamá siguiéndole la corriente a José, doliéndome en el corazón, en el alma, era uno de esos días en los que necesitaba un café bien cargado.

Por el camino iba a escuchando el tema que nos tocaba ensayar esta semana “On Beat”  por un momento quise imaginarme que éramos yo y mis compañeros de clase los que estábamos cantando, pero no, no eran ellos y no iban a serlo.

No es que no quisiese a los compañeros de Sara, con ellos había pasado momentos que importaban de verdad pese al poco tiempo que hacía que había entrado a formar parte del proyecto, pero, quería acercarme a Ignacio, quería que él fuese mi príncipe, el rey de mis canciones, que cantásemos juntos. A lo lejos pude verlo.

Podía verlo y empezaba a tartamudear como un tonto.
— Ho…Hola.
Sonreía, me había puesto rojo, las mariposas se habían despertado, él me miraba serio.
— ¿Que te crees que estás haciendo? Fruncía mi ceño, no entendía que me estaba preguntando.
— No…No sé de qué estás hablando. — ¿Por qué estás cantando con esos, en el proyecto ese — Parpadeaba muy rápido, incrédulo a lo que me estaba diciendo.

Apretaba con fuerza mis libros que abrazaba en mi pecho.
— Porque es lo que quiero hacer.
— No sabes cantar David, cada vez que lo haces, la gente se ríe de ti, por eso te han dejado cantar en eso — No podía ser, no me podía creer que eso fuera verdad. No es que no creyese a Ignacio, en el fondo confiaba en él, pues, era el más popular del instituto y siempre sabía todo lo que se cocía ¿Por qué iba a mentirme?
— Eso no es cierto.
Quería defenderlos, pero algo no me dejaba — Bueno, yo solo te digo lo que se está cociendo, tú decides si quieres seguir así, deberías respetarte un poco más a ti mismo David — Los sueños, sueños son.

Ignacio se había ido, se había alejado de mí al entrar en clase, no quería que nos viesen entrar juntos y no le culpaba, daba vergüenza… ¿De verdad iba a cumplir mis sueños? ¿De verdad alguien se iba a acercar ayudarme a mí? Como había podido ser tan inocente de creer que alguien me iba a ayudar así por las buenas.

A cuarta hora, Greta había venido a buscarme, no quería ir, me negaba, mientras todos permanecían en silencio, ella me insistía y yo me agobiaba. Pero no podía permitir que me faltasen al respeto más de lo que ya lo estaban haciendo. La cara de mi profesora estaba llena de enfado, se despedía de todos nosotros y yo miraba a Ignacio con una pequeña sonrisa, él me miraba fijamente, la intensidad en sus ojos se notaba a miles de kilómetros cuando se trataba de mí, o eso pensaba. Estaba enamorado de él, o por lo menos eso es lo que creía, y quizás ese sentimiento era lo que en el fondo me mantenía vivo por dentro.

Él me había asentido y yo le dibujaba una pequeña sonrisa orgulloso, de que se sintiera orgulloso, a su vez, de que le hubiese hecho caso. A la hora de salida Asía y Sara venían a mi encuentro — ¿Que te ha pasado hoy? ¿Por qué no has venido al ensayo? Me tocaba cantar a mí.
— Por que no soy tonto Sara.
Ella y su amiga se miraban extrañadas, en sus ojos se reflejaba la confusión de mis palabras, y yo en el fondo, tenía miedo de enfrentarme a ellas.

— ¿Que estás diciendo?
Asia preguntaba con la voz quebrada — Que solo queréis que cante para reíros de mí — Directo, sincero y sin vaselina.
— ¿Que? eso no es cierto…
— Ya, claro, ¿que vais a decir?
— Me disponía a irme, cuando de nuevo la voz de Sara me retenía.
— Te lo ha dicho él ¿Verdad?
Quería defenderle, no quería que tuviese problemas por mi culpa, me lo pedía el corazón y si mi corazón lo decía estaba bien.
— Él no tiene nada que ver con esto.
Y la rabia de Asia era notable en su voz — Ya… ¿Te piensas que somos tontas? Me parece muy fuerte que pienses eso de nosotros. Te hemos acogido como mejor sabemos, hemos puesto todo de nuestra parte para que no te sientas mal y a la primera de cambio ¿tú crees a alguien que te hace daño? 

La pelea se había desatado, ya no quedaba prácticamente nadie — A quién yo crea o no es mi problema, no voy a permitir que me faltéis el respeto — Me sentía vivo, con fuerza antes de que Sara me devolviese a la realidad de un solo golpe — ¿Y a ellos si? Mira, haz lo que quieras, no merece la pena pelearse, pero piénsatelo muy bien por qué cuando vengas, puede que ya no estemos. — Se iban, y con ellas se iba posiblemente lo poco intacto que quedaba de mí.
— Una cosa más.
Me volvía hacía Asia.
— Tú padrastro tenía razón.
Otro Crack. Mi corazón había sufrido de nuevo la desidia de las palabras.

   ********************************

¿Nunca os ha pasado esto, de creer a quien le habla a vuestro, de quien estáis enamorados y luego descubrir que es mentira?
Podéis  estar al corriente de todo lo que pasa en la historia en mis redes sociales.

Instagram:

@davidalcarazstg

Twitter:

@davidalcarazstg

Mil gracias.

Alcancemos Las Estrellas (En proceso) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora