Capítulo 10.1

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Cristina

Faltaba un mes para ir a España, este viaje me ayudaría a cambiar, me ayudaría a superar mi dolor, había pasado un mes y dos semanas desde a la última vez que Sebastián se había ido y me había dejado destrozada. Teníamos que empezar a preparar las cosas para que todo estuviese correcto de cara al viaje, otra de las artistas que vendría a cantar sería Selena Gómez.

La productora había avisado de que teníamos que volver para empezar con los vídeos de todos los grupos participantes, se presentaba un día muy largo, un día en el que me metería en una habitación y no podría salir hasta la noche y tenía que estar preparada, tanto emocional, como mentalmente. Había quedado con Mechi y con Jorge, en un restaurante cercano al trabajo para comer, la verdad es que ese día tenía mucha hambre.

Cogía mi auto y me adentraba en el tráfico, mi celular sonaba, activaba el manos libres y me respondía — !Hola hermanita, ¿Cómo vas? — La voz de Jorge me recibía al otro lado de la línea — !Muy bien! Ya voy saliendo ¿Ustedes están ya? — Podía escuchar de fondo a Mercedes, cómo se quejaba de la poca comodidad del sitio, me hacía reír y me encantaba que hiciese eso — Si, ya estamos, te esperamos — Dale — Colgaba.

Poco tiempo después ya me había reunido con ellos en la mesa del lugar, mirábamos el menú. Pero justo antes de pedir, cuando el camarero estaba tomando nota, al fondo, le vi. El tiempo se paraba a mi alrededor, el dolor en su estado más puro subía por mi estómago hasta presionar mi pecho, los ojos me escocían, de la misma manera en la que también lo hacía mi corazón, todos los momentos románticos que había pasado con Sebastián, llegaban a mi mente como diapositivas a una velocidad de vértigo.

Una voz que conocía muy bien, empezaba sonar cada vez más nítida devolviéndome poco a poco a la realidad — Tini, ¿Te sentís bien? — La pregunta de Mechi había llegado de la mano de la mirada de Sebastián, sus ojos no paraban de analizar los míos, ahí estaba, el hombre por el que yo había renunciado a mí misma. — Necesito salir — Me levantaba muy rápido, quería salir de aquel sitio que me ahogaba — !Cristina! — Jorge quiso venir a consolarme pero Mercedes no le dejó. — Déjala, necesita curarse de su dolor.

— Es lo único que pude escuchar antes de salir. Respiraba muy fuerte y muy rápido, los latidos rompían las costillas en mi pecho incapaz de controlarlos y las lágrimas se habían adueñado de mi cara — !Cristina espera! — Su voz, esa voz que me había producido un escalofrío en la espalda, que durante mucho tiempo me había estremecido de pies a cabeza seguía ahí. Con cada sensación que me debilitaba más y más.

No le hacía caso, no quería encontrarme de frente con él — !Olvidate! No quiero saber nada de vos — De reojo, pude ver cómo estaba arrepentido, pero a mí no me servía, mi corazón seguía roto. — Quería explicártelo — Y entonces, la rabia se apoderaba de mí — No Sebastián, vos, no querías explicarme, por qué nunca lo haces, para vos no existen las explicaciones ni las consecuencias, no te importa hacerle daño a nadie con tal de conseguir lo que querés. — Pude mirarle a la cara por fin.

Y fue en ese momento, cuando era consciente de la realidad, de nuestra realidad, la única que solo yo estaba viviendo. — ¿Crees que soy un monstruo? — No lo creo Sebastián, lo afirmó — Se le desencajaba por fuera la cara y estoy segura de que por dentro también su corazón, si es que realmente lo tenía. — No quería hacerte daño — Me reía incrédula ante lo que me estaba diciendo, por qué siempre le decía a todas lo mismo. — Vos nunca querés hacer nada y al final acabas haciéndolo, yo solo he sido una más y ¿sabés que? Me siento una tonta — Desaparecía de su vista, me adentraba de nuevo en el restauran mientras los paparazzis me seguían.

Igual que también me seguía él — Cristina… — Su voz ahora era suave, cálida y a mí ya no me importaba, solo quería seguir con mi vida — No me toqués — Pero… — En ese momento, Jorge tiraba de mí y junto con mi mejor amiga se ponían delante, con los brazos cruzados, desafiantes. — Lárgate de acá — La frustración asaltaba el momento — Ustedes no se metan — La respuesta de mí mejor amigo me enternecía el corazón, mientras toda la gente de este lugar nos miraba.

No me importaba ser noticia en las redes sociales, todos tenían que enterarse de lo mala persona que era mi ex-novio — Sí, cuando se trata de ella — Dejaba de insistir, pasaba por mi lado rumbo a su mesa junto a sus acompañantes, y mí corazón se había saltado un latido, el último, por él, por nosotros. Por lo que fue y por lo que no pudo ser y por las canciones que jamás nadie volvería a escuchar.

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