Capítulo 21.2

5 1 0
                                    

Jorge

David se me estaba metiendo muy adentro de mí, cada vez que le escuchaba cantar, que hablaba con él me apetecía estar con ese chico que me estaba cambiando la vida. Ya no me importaba lo que la gente pudiese pensar de mí, por qué estar con él era lo que quería, y me daba igual. Había terminado de hablar con mi hijo y ya iba de camino al hotel cuando de repente le vi en plena calle.

Llevaba una maleta de la que le costaba tirar, el nudo se había instalado en mi estómago, no quería que se fuese, no quería que me dejase, no ahora que estábamos conectándonos a través de una bonita amistad.

Paraba mi auto frente a él y cuando me miraba a mi me se me caía el mundo a los pies, su mirada estaba rota, llena de lágrimas, desquebrajada por dentro — !Ey! ¿Dónde vas? — Su voz, estaba purgada de un dolor intenso que no cesaba, podía sentirlo, aunque también era indescriptible. — Mi madre me ha hechado de casa y me voy a pasar unos días con Sara hasta ver qué hago — En ese momento, me habían dado ganas de arrancar el auto e ir a casa de su madre a cantarle las cuarenta, a decirle lo poco mujer que era por haberle hecho algo a alguien como David. — Súbete a mi auto, vamos a mí hotel — Me miraba parpadeando, estaba sorprendido por mi ofrecimiento y a mí, mi corazón me partía las costillas con cada latido esperando que dijese que si. — ¿Que? Pero…No puedo hacer eso…Tú no me conoces de nada — Los colores se le habían subido a la cara.

Sus mejillas insuflaban ternura, y tintadas de ese color rosa, me daban demasiadas ganas de tocarlas… — Claro que te conozco, dale sube — Estaba indeciso así que me bajaba y cogía su valija, para posteriormente meterla en el maletero.
Estábamos de camino a mí hotel, mientras él le mandaba un mensaje a su amiga Sara informándola de los últimos acontecimientos, no me podía creer que lo fuese a tener cerca de mi, no me podía creer que fuésemos a dormir juntos, pero lo mejor de todo, es que no me podía creer que esto estuviese pasando.

Cuando había abierto la puerta de mi habitación, y había dejado la valija a un lado, me fijaba en como David estaba muy parado mirando a la cama — Hay solo una cama… — Su voz temblaba, estaba nervioso, al igual que yo, pero lo disimulaba muy bien — Tendremos, entonces que dormir juntos ¿No? — Le sonreía y él me respondía a esa sonrisa — Pero yo no quiero ser una molestia — Me daba rabia que dijese eso, por qué para sus amigas y para nosotros, los que estabamos ayudándoles a conseguir su sueño. No lo era.

Tuve que controlarme — No te preocupes, no eres ninguna molestia, al contrario, me encanta tenerte acá — De nuevo, los colores habían maquillado a sus mejillas y yo me moría de ganas de acunar su cara en mis manos.

Sin duda alguna estaba liberando a mis instintos más primarios cuando se trataba de él y no me importaba, me había dado cuenta de que me gustaba ser el que cuidase de él, incluso mucho más que cuando estaba con Steph.

Se había duchado, ese hedor que desprendía cuando me lo había encontrado en la calle, había desaparecido dando paso a un olor afrutado de cítricos y menta, mi champú y mi gel de baño favoritos. Se había sentado en la cama con los pies cruzados y me se había puesto a contarme toda la historia de su vida y de por qué su mamá había decidido echarle de su hogar. Y jamás en toda mi vida había conocido a nadie que hubiese dejado de luchar por su vida.
David se me estaba metiendo muy adentro de mí, cada vez que le escuchaba cantar, que hablaba con él me apetecía estar con ese chico que me estaba cambiando la vida. Ya no me importaba lo que la gente pudiese pensar de mí, por qué estar con él era lo que quería, y me daba igual. Había terminado de hablar con mi hijo y ya iba de camino al hotel cuando de repente le vi en plena calle.

Llevaba una maleta de la que le costaba tirar, el nudo se había instalado en mi estómago, no quería que se fuese, no quería que me dejase, no ahora que estábamos conectándonos a través de una bonita amistad.

Paraba mi auto frente a él y cuando me miraba a mí se me caía el mundo a los pies, su mirada estaba rota, llena de lágrimas, desquebrajada por dentro — !Ey! ¿Dónde vas? — Su voz, estaba purgada de un dolor intenso que no cesaba, podía sentirlo, aunque también era indescriptible. — Mi madre me ha echado de casa y me voy a pasar unos días con Sara hasta ver qué hago — En ese momento, me habían dado ganas de arrancar el auto e ir a casa de su madre a cantarle las cuarenta, a decirle lo poco mujer que era por haberle hecho algo a alguien como David. — Súbete a mi auto, vamos a mí hotel — Me miraba parpadeando, estaba sorprendido por mi ofrecimiento y a mí, mi corazón me partía las costillas con cada latido esperando que dijese que sí. — ¿Que? Pero… No puedo hacer eso… Tú no me conoces de nada — Los colores se le habían subido a la cara. Y de repente me había parecido  el chico más adorable  que había conocido  en toda mi vida.

Sus mejillas insuflaban ternura, y tintadas de ese color rosa, me daban demasiadas ganas de tocarlas… — Claro que te conozco, dale sube — Estaba indeciso así que me bajaba y cogía su valija, para posteriormente meterla en el maletero.
Estábamos de camino a mi hotel, mientras él le mandaba un mensaje a su amiga Sara informándola de los últimos acontecimientos, no me podía creer que lo fuese a tener cerca de mí, no me podía creer que fuésemos a dormir juntos, pero lo mejor de todo, es que no me podía creer que esto estuviese pasando.

Sabía lo que estaba sintiendo por él, y no lo negaba, porque era exactamente lo mismo que había sentido por Steph años atras, pero está vez era distinto, porque esa ternura que a David se le veía a la legua era algo que alimentaba aún más  esto que estaba empezando a palpitar dentro de mí.

Cuando había abierto la puerta de mi habitación, y había dejado la valija a un lado, me fijaba en como David estaba muy parado mirando a la cama — Hay solo una cama… — Su voz temblaba, estaba nervioso, al igual que yo, pero lo disimulaba muy bien — Tendremos, entonces que dormir juntos ¿No? — Le sonreía y él me respondía a esa sonrisa — Pero yo no quiero ser una molestia — Me daba rabia que dijese eso, por qué para sus amigas y para nosotros, los que estábamos ayudándoles a conseguir su sueño. No lo era.

Tuve que controlarme — No te preocupes, no eres ninguna molestia, al contrario, me encanta tenerte acá — De nuevo, los colores habían maquillado a sus mejillas y yo me moría de ganas de acunar su cara en mis manos.

Sin duda alguna estaba liberando a mis instintos más primarios cuando se trataba de él y no me importaba, me había dado cuenta de que me gustaba ser el que cuidase de él, incluso mucho más que cuando estaba con Steph.

Y de algún  modo extraño, sentía que David también estaba sintiendo lo mismo que yo, me preguntaba  en ese momento tan crucial de nuestras vidas para los  dos, cómo seria besarle, o cogerle de la mano, o hacer el amor con él, y tras cruzar ese pensamiento en mi memoria, mi entrepierna empezaba a palpitar y rezaba para que no se diese cuenta de eso.

Se había duchado, ese hedor que desprendía cuando me lo había encontrado en la calle, había desaparecido dando paso a un olor afrutado de cítricos y menta, mi champú y mi gel de baño favoritos. Se había sentado en la cama con los pies cruzados y se me había puesto a contarme toda la historia de su vida y de por qué su mamá había decidido echarle de su hogar. Y jamás en todo lo que llevaba recorrido había conocido a nadie que hubiese dejado de luchar por su vida.

   *****************************

Hola hola!
Ay David y Jorge por fin están empezando a hacer cosas juntos, si quieres seguir al corriente de su historia de amor, solo tienes que seguirme en mis redes sociales:

Twitter:

@Soymiloferreiro

Mi página de Facebook

Soymiloferreiro

Instagram:

@Soyferreiromilo

!Mil Gracias y mil gracias por haber hecho que "Alcancemos Las Estrellas" llegue al 1K

Alcancemos Las Estrellas (En proceso) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora