Capítulo 19

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David

Aunque en mi vida había personas que siempre estaban preocupándose por mí, yo no lo sentía así, me sentía extraño ante tanta atención, no la merecía, me sentía solo, la soledad era algo con lo que muy pocas personas estaban destinadas a lidiar, por qué la soledad pesa, la soledad duele, la soledad hace que te preguntes por qué tú y nadie más.

Aún seguía pensando en lo que me había pasado con Jorge el día de antes — Cuando te vi ayer con Jorge me encantó, la manera en la que te enseñaba, la manera en la que te miraba — Quería quitarme esa idea de la cabeza, nadie, nunca se iba a enamorar de mí, y alimentar esa esperanza solo serviría para hacerme más daño.

La miraba con dudas — Oh, vamos, ahora me vas a decir que no lo has notado… — Sara también intervenía y yo decidía hablar — No es eso chicas, él es famoso, tiene una mujer, un hijo y no le gustan los hombres, todo juega en mi contra — Era cierto, en este juego yo llevaba las de perder, como todo en la vida. — Nunca se sabe lo que puede pasar, las cosas cambian. — Asia siempre tenía la respuesta para el momento adecuado.
Necesitaba ir al baño, así que me metía en los aseos y hacia mis necesidades tranquilamente, pero justo cuando me estaba subiendo los pantalones, notaba como la cerradura se movía.

Intentaba abrir la puerta y no podía, algo había pasado, o mejor dicho, algo habían hecho, me miraba en los bolsillos de la prenda intentando localizar mi teléfono, hasta que había caído en la cuenta de que se lo había dado a Sara para que me lo guardase.

Tocaba a la puerta, con la esperanza de que alguien me abriese, pero no había nadie, solo estaba yo y el eco de mi voz como única compañía, lo único que se me ocurría era esperar a que entrase alguien y rezar para que llegase a tiempo al ensayo, los minutos se me antojaban horas, y yo me desesperaba por momentos.

La música se escuchaba a lo lejos
— !Joder!
Estaba desesperado, necesitaba salir y llegar al ensayo, mañana venían los directivos a conocer el lugar en donde se iba a celebrar el show. Hasta que veía el cielo abierto cuando escuchaba la puerta del aseo, daba golpes en ella.
— !Ayudadme!
Su voz, llegaba como un arcoíris en mi interior y las esperanzas aumentaban a cada segundo que pasaba.
— ¿Hay alguien acá?
Jorge la trasteaba.

Paraba unos segundos y volvía a manipular la cerradura. — Soy David, me han encerrado en el cuarto de baño y no puedo salir — La puerta del aseo volvía a escucharse, más voces de profesores a los que conseguía distinguir llegaban a mis oídos
— Tranquilo, te vamos a sacar de acá. Poco tiempo después se abría.

Me lanzaba a los brazos de Jorge que tenía una tarjeta de crédito en las manos
— !Estaba muy asustado!
Algo cambiaba en mi interior cuando recibía la respuesta de sus brazos abrazándome también — Ya está, ya está cariño, ya estoy aquí — Me percataba de mi atrevimiento, me separaba de él, azorado por todo lo que estaba sintiendo en ese momento, no sabía cómo reaccionar ante tal acto por su parte y ante el apelativo cariñoso con el que me había llamado. Esto no estaba pasando, era un sueño.

Me miraba fijamente con sus ojos de color verde esperanza, una mirada penetrante, una mirada intensa, una mirada fuerte, de esas que te cambian las emociones. Mi corazón daba un vuelco, era como si hasta ese mismo momento mi corazón hubiese estado dormido y hubiese despertado. Palpitaba con una potencia muy poco común en mí. — Tenéis que volver, el ensayo ha empezado — El profesor de literatura nos devolvía a la realidad de un plumazo
— Ay !El ensayo! !Corre!
Salía del cuarto de baño por mis propios pies, corría como no lo había hecho nunca, sentía que Jorge venía corriendo detrás de mí, a cámara lenta
— !Eh! No se corre por los pasillos.
La profesora de inglés gritaba perturbando el silencio del resto de clases.
— !Lo sentimos!
Jorge respondía por mí. Y yo lo único que deseaba era llegar a la cortina roja y entrar con mis amigas.

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