Capítulo 24

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David

Habíamos terminado la primera parte del ensayo, había ido al cuarto de baño, cuando salía del habitáculo me miraba en el espejo, necesitaba concentrarme después de haber pasado la noche en casa de Sara y después de haberme autolesionado otra vez, era odioso tener que hacerlo, pero era incapaz de controlar a mi propia mente, hacía eso como si estuviese poseído.

La puerta de salida volvía a abrirse
— ¿Por qué estás haciendo esto?
Jorge me sorprendía con esa pregunta de la cual yo no tenía respuesta.
— No se a que te refieres…
Arrastraba mis palabras — Oh, vamos lo sabes perfectamente, me estás dando de lado por un imbécil que no te hace bien… — Aunque en el fondo sabía que tenía razón, las palabras se escurrían por mi boca.
— No le insultes.
Él me respondía de esa manera tan peculiar que tenía cuando se enfadaba.
— Lo insulto porque se lo merece.
El acento mexicano me encantaba.

Y verle de esa manera me gustaba mucho más, pero no lo entendía, algo en mi mente enferma no cuadraba, ¿Cómo? ¿Cuándo? Y sobre todo ¿Por qué? Él no podía sentir nada por mí, porque yo sentía que estaba prohibido, él tenía una familia, rota, pero familia al fin y al cabo, y yo no podía estar en medio.

La intensidad de su mirada me abrumaba y hacía que se me subiesen los colores a la cara.
— Basta.
Quería que parase, quería que dejase el tema de lado, era incapaz de hablar de esto, se me iban las fuerzas a cada segundo que pasaba. — !Es que no te estás dando cuenta, maldita sea! — Se había vuelto loco, gritaba y no paraba de inundar los baños con su voz, grave, fuerte y potente.

Yo estaba asustado, era la primera vez que le veía así
— Un novio haría esto.
Acunaba mi cara entre sus manos y unía sus labios a los míos.
— Un novio haría esto.
Me cogía entre sus brazos cuál novia el día de la noche de bodas y yo no sabía cómo reaccionar ante lo que me estaba pasando.
— Y un novio, haría esto.
Me empujaba hacia él y me fundía consigo en un hermoso abrazo. Todo lo que me había pasado había hecho que despertase.

De repente, la intensidad de mis emociones me impedían hablar, ahora ya no era el dolor, o no de momento, era mucho más, era sentir, en todos los sentidos de la palabra, sus labios, que aún seguían estando vivos y latiendo en los míos, aunque él ya no estuviese besándome, entre sus brazos, cogido, un mundo lleno de colores y música y un abrazo que me había desarmado por completo. No entiendo que estaba pasando, él no podía besarme, por qué a él no le gustaban los hombres.

Él se iba y yo me quedaba sin palabras, las mismas que subían por mi garganta mientras me giraba y le miraba a los ojos, las mismas que se habían hecho una bola en mi garganta y se peleaban por salir. — ¿Esto significa lo que creo que significa? — Me miraba, me sonreía y yo me volvía loco cada vez que me hacía eso.
— ¿A ti que te parece?
Y con eso lo entendía todo. De repente la vida estaba jugando a mi favor, como en tan solo dos meses y unas cuantas semanas mi vida había cambiado tanto.

Como en tan solo dos meses y unas cuantas semanas uno de mis cantantes favoritos había pasado a formar parte de mí, de una manera en la que jamás yo me habría imaginado.
En la televisión y en sus videoclips, era todo muy bonito, pero en la vida real, era todo mucho más real, mucho más nítido. Y yo, no podía parar de pensar en que cada uno de los latidos de mi corazón, querían volver a sus labios.

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