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[...]
Antes de que entraran al local una vez se encontraron, JungKook le colocó la pulsera de color rojo en la muñeca derecha a Taehyung y lo mismo para él. Así tendrían un bonito recuerdo de ese día que disfrutaban con el hecho de estar con el otro y, obvio, con Yeontan. El pequeño canino que no dejaba de pasearse por sus piernas enredando éstas con su correa y juntando por inercia al castaño y al azabache hasta casi rozar sus narices.
JungKook le abrió la puerta a Taehyung para que pasara primero que él y miró como Yeontan le seguía el paso, y le preocupó que tuvieran que sacarlo por si no se permitían mascotas en el local. Logró pasar después del canino y miró a la de recepción apuntando con su mirada al cachorro que era acariciado por las manos de su novio.
—Tranquilo, las mascotas puedes pasar —JungKook asintió en agradecimiento y se acercó a la chica—. ¿Tienes cita?
JungKook negó lentamente. Apenas le había llegado a su mente que a ese tipo de lugares siempre tenía que tener una cita.
—Mhm, bueno. Déjame ver si es posible que alguien te atienda —Le guiñó un ojo. Acción que JungKook ignoró, pero a unos metros un castaño no lo hizo. Sí, JungKook era guapo, pero prefería que la gente se guardara ese tipo de cosas para sí mismo.