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Ya era muy noche cuando Taehyung y JungKook estaban más que listos para regresar a Seúl y disfrutar sus últimos días de vacaciones juntos. Habían decidido irse de vuelta en camión y ahora sólo tenían que esperar a que aquel transporte que ya se había retrasado más de media hora, estuviera cerca de ellos. Estaban cansados después de aquel perseguimiento por la playa y no querían soportar tanta espera.
JungKook se había separado del castaño unos minutos para irse a comprar chuches a la pequeña tienda de la terminal que estaba más iluminada que su propia casa. No tardó tanto al pagar y regresar con bebidas y paquetes de snacks en su bolsa ecológica, con la cual nunca le tenía que hacer falta.
—¿Qué pasa, Tae? —Al llegar a su lado, nota a su novio con algo de nerviosismo. Y aún así seguía lográndose ver cómo un ángel.
—JiMin acaba de regresar al departamento y... hubo un pequeño, pero diminuto accidente con un par de zapatos de marca suyos —Rió nervioso—. Hace un tiempo, desde que este pequeñín travieso llegó a mi vida, dejé que explorara su nuevo hogar y la puerta de la habitación de JiMin estaba abierta, y pues él entró. Pensé que no habría problema, ya que en mi cuarto no hizo nada malo, pero al entrar al de JiMin, me fijé que la maleta que había llevado a su habitación y que había olvidado, la dejé completamente abierta. Así que Yeontan no hizo más que morder un par... o dos —Acarició la cabecita de Yeontan al dejarlo salir un rato de su transportador. Sabía que no haría nada que comprometiera la conducta de su cachorro con la demás gente, porque ya estaba cansado, así que prefirió cargarlo en sus brazos.
—Y no se lo has dicho —JungKook le entregó su bebida pedida ya abierta y Taehyung bebió un trago de ella.
—Por supuesto que no, JiMin me mataría —Bufó al recordar cómo se había paniqueado al encontrar los zapatos del rubio con mordiscos horriblemente notables—. Y como no supe que hacer o cómo decírselo, los escondí y guardé lo demás que había en su maleta.
—¿Y qué es lo que te tiene preocupado? Aparte de no saber qué hacer.
Taehyung estuvo en silencio unos segundos cuando volvió a hablar y mirar fijamente a JungKook.
—Que JiMin me acaba de preguntar dónde estaban.
No pudo más que beber de nuevo de la botella y cerrar los ojos cuando escuchó una pequeña risa de JungKook. En su mente se reproducían los posibles escenarios que sufriría al llegar a su departamento. Ni siquiera quería imaginarlos, pero su mente no cooperaba.
—Seguro que cuando le digas, no te hará nada. Quizá se enoje un poco, pero te va a perdonar, ya verás —Se acercó a él y acarició la cabecita de Yeontan, dándose cuenta que el cachorro a pesar de estar muy cansado, podía seguir jugando. JungKook recostó su cabeza en el hombro del castaño y, copiando la misma acción que JungKook, Taehyung hizo lo mismo.
