lienzo

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día dieciocho

Taehyung se removía entre las sábanas que le regalaban una sensación adormecedora, atrayéndolo a seguir durmiendo lo que le restaba de la mañana. Pero cuando se volteó y buscó con su mano el cuerpo de JungKook y no lo encontró, se sobresaltó y abrió los ojos de golpe.

Se talló los ojos y dejó caer su cara en la almohada, permitiéndose relajarse aunque sean cinco segundos antes de pararse y buscar al azabache.

Admitía que ese día no tenía ni una gana de levantarse. Sólo quería a JungKook también a su lado y seguir durmiendo. Sí, eso necesitaba.

Cuando salía de la habitación con los ojos casi cerrados para todavía acostumbrarlos a la luz, el sonido de la puerta cerrándose, lo detuvo. Estiró sus brazos para destensar su cuerpo, escuchando a la vez la voz de su novio cantando.

Recargándose en las puertas blancas que daban con su cuarto, esperó a que pasara frente a él y darle un beso en la mejilla. Ni siquiera se había lavado la cara, al menos esperaba no se viera tan horrible por las mañanas.

Pero sabía que a JungKook poco le importaba como se viera al despertar.

—Buenos días —saludó un contento JungKook al ver al castaño por la entrada de la habitación, que cargaba varias cosas en sus manos por haber salido—. ¿Cómo has dormido?

—Muy bien, aunque mi despertar no tanto —JungKook, al dejar la bolsa y el lienzo en uno de los grandes sillones, lo miró esperando respuesta—. No estabas en la cama...

—Oh, si, perdona por eso. Me levanté temprano por la mañana y salí a buscar alguna tienda de arte —señaló las cosas asentadas detrás suyo y le sonrió al castaño antes de acercarse a él y darle un beso en la frente—. Me gustaría pintarte, ¿quieres?

—¿Seré como Rose, una de tus chicas francesas? —abrazó a JungKook por la cintura y besó su mandíbula, riéndose levemente.

—Exactamente igual —besó el cabello de Taehyung, antes de tomarlo por los muslos cuando se lanzó a su cadera, enrollando sus piernas a su cuerpo—. Pero primero, un baño.

El castaño se quejó, diciéndole que no tenía ganas de bañarse y que era mejor que se sentaran a desayunar. Y a pesar de sus reclamos, JungKook lo sujetó con más fuerza antes de que intentara bajarse e ir corriendo a la pequeña cocina de su gran cuarto.

Taehyung soltó una risa una vez JungKook cerró la puerta del baño.

. . .

Cada pincelada era un suave toque al lienzo, como si para JungKook, la piel tostada de Taehyung, tuviera que ser pintada con la más suma delicadeza posible. Se concentraba lo que más podía para dejar de admirar tanto su tersa piel detrás del lienzo, que es donde sus ojos se ocultaban.

El silencio reinaba en la habitación, el castaño estaba sentado a la orilla de la cama, con una sábana blanca envolviendo su cuerpo, dejando al aire libre parte de sus muslos, caderas y brazos, casi como una toga, únicamente que más revelador para ambos.

Taehyung tenía los ojos algo abiertos, con diamantes pegados debajo de sus párpados como lágrimas que resbalaban por sus mofletes. Llevaba una pequeña coronita con pequeñas flores moradas, la cual JungKook se había encargado de encontrar minuciosamente entre todas las que había podido encontrar.

roommate ─ kooktae au  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora