roommate ─ kooktae au

¿ok?

Taehyung suspiraba mientras se arreglaba la corbata de su traje. Durante dos días no había dejado de pensar de más en lo que les ocurría a todos y simplemente nunca llegaba a una respuesta concreta.

Dos días en las que lo único que quería hacer era recostarse en su cama. No había recibido mensajes de JungKook de ningún tipo, ni siquiera algo informándole que estaba bien.

Sólo... se había desaparecido. Y no entendía aún toda la situación.

Su corbata comenzaba a estresarle, dejó unos segundos de intentar ponérsela bien y suspiró. Sus ánimos de ir a esa fiesta habían decaído casi al cien por ciento y no había nada ni nadie que pudiera cambiarle ese estado de ánimo.

A menos que trajeran a JungKook y YoonGi, su mejor amigo, y que se dignara a hablarle o al menos que lo viera de una manera normal y no con esos ojos llenos de... ese sentimiento raro que él no podía descubrir.

Mirándose por milésima vez su apariencia, quiso encontrarse algún defecto para así no ir, pero no lo había. Se había maquillado ligeramente sus ojeras y el gloss nunca pudo faltar.

Taehyung se veía bonito, se sentía bonito. Pero la persona que le decía 'bonito' no estaba para hacerlo y eso lo entristecía.

¿Estaba molesto por eso? Ya ni lo sabía. Habían pasado varios días y ya no sabía si molestarse, preocuparse o entristecerse todavía más de la cuenta. Sólo sabía que necesitaba a su novio, hablar las cosas por lo menos unos cinco minutos y seguir con sus vidas como los tórtolos cariñosos que eran.

Su corbata estaba lista, su traje se le veía espectacular, sus zapatos negros brillaban y todo de él era excepcional. Excepto que le faltaba algo. Y es que no había sonrisa en su rostro, lo intentaba pero parecía más una mueca que nada.

Hasta su cabello se veía sensacional y no supo porqué no se sintió contento ante la imagen suya en el espejo.

—Ya olvídalo, Taehyung, sal y disfruta esa fiesta —le dijo a su reflejo. Era más una orden asimismo que una invitación para hacerlo. Tendría que dejar sus pensamientos pesimistas de lado un momento y recordarse que vería a su grupito de amigos en pocos minutos.

JungKook no estaba, así que tendría que ir con JiMin en el auto que él odiaba usar; pero lo requerían si deseaban llegar a tiempo y entrar con todos los demás.

Y ahora que se ponía a pensar de más (otra vez). JiMin había estado extraño desde que se levantaron. Se tensaba cuando le preguntaba que le ocurría y en el desayuno ni siquiera le habló. Se fue como todas las mañanas y lo dejó en su departamento solo y con ganas de llorar por pensar que había dicho o hecho algo mal.

Sencillamente no se entendía. No entendía a nadie, y ahora que habían regresado de estudiar, de comer y de relajarse un rato en sus respectivas habitaciones, se habían estado preparando ambos para la tan esperada fiesta que, si no mal recordaba, tenía al rubio emocionado. Pero cuando lo halló hablando por el teléfono con quien sabe quién, estaba como medio alterado y casi le gritaba al chico o chica con quien platicaba.

Caminó hasta su cama y vio a su cachorro dormir aun lado de su perfume. Acarició su cabecita con suavidad, tomó el frasco y se roció un poco en las áreas donde se conservaba más el perfume.

Estaba listo. Ahora sólo faltaba que JiMin le hablara o mandara algún mensaje para avisarle que ya tenían que irse o sino llegarían tarde.

Se sentó en su cama a esperar.

Ahora sólo le tocaba esperar por lo mejor.

[...]