roommate ─ kooktae au

/emoji enojado

Cuando JungKook llegó a la enorme casa, lo primero que escuchó fueron los gritos en el interior, y justamente era la voz de JiMin. Y sólo cuando tocó el redondo y pequeño timbre, los gritos cesaron.

Porque una familia no permitiría que alguien del exterior viera lo rotos que estaban.

JungKook no supo si sentir algún tipo de lástima, porque sabía que era lo que pasaba exactamente con todos ellos. Era otro nivel, uno en el que no le agradaba estar presente. Por ello, cuando era pareja del rubio, que secaba sus lágrimas casi enfrente suyo, nunca visitaba a los padres de éste. Justo para evitar ambientes pesados.

Cuando la madre de JiMin lo abrazó con fuerza, le recordó a su madre. En cómo ese abrazo le transmitió lo aliviada que estaba ella por haber llegado en el momento en que su situación familiar pasaría a descontrolarse. Le devolvió el gesto, por supuesto, su madre era la que más le agradaba en esos momentos.

—Deja de llorar, JiMin, no seas nena —el señor Park se sentó en su lugar favorito, esperando a que su esposa le sirviera su comida.

Ahí es cuando uno se daba cuenta que ese tipo de hombres no podían vivir sin las mujeres. Ni la mísera comida se podían servir.

JungKook se ofreció a ayudarla, llevando los platos que le correspondían a él y a JiMin, cuando la voz delicada de la fémina lo llamó.

—Me alegra mucho verte, JungKook. Hace mucho no nos veíamos —Sun Hee besó su mejilla y salió de la cocina con el plato de su esposo y el de ella.

Tenía razón, no se habían visto en demasiado tiempo, y no sólo era porque ya no estaba con JiMin; si no que, sus padres eran de mucho trabajo, como los de casi todos en su universidad.

Y sin pensar de más, se dirigió al comedor donde JiMin y el señor Park lo esperaban impacientes. El primero ya quería que todo eso se acabara y el segundo apenas estaba por iniciar todo lo que quería decirle.

—Aquí tienes —asentó el plato del rubio enfrente suyo, y escuchando un gracias de su parte, se sentó.

Cuando conoció a los padres de JiMin, se sentía igual como ahora, todo pesado e incómodo. Quería irse y apenas había llegado.

Supo que, tardaría en ese lugar, cuando el tema de conversación inicial fue nada más ni nada menos que: "¿Quién era el chico de la otra vez?"

Al que, en pocas palabras, era su novio.

. . .

Todo iba de mal en peor, el padre de Park se había alterado cuando se le confirmó que, el "chico de la otra vez" como lo había llamado, en realidad era el novio del azabache.

Y fue peor cuando la parte por la que se apareció en su hogar, llegó.

—Tú no puedes terminar con mi hijo —exclamó Woosik, haciendo sonar su cuchara al caer en su mismo plato—. Tú amas a mi hijo, Jeon. ¿Qué cambió? ¿Fue por ese chico?

—No —contestaron al unísono.

—JiMin y yo ya no sentimos lo mismo, fue preferible terminar que seguir con ésta farsa —el rubio asintió dándole la razón, y en vez de molestarse o algo parecido, sonrió al ver el rostro de su padre deformarse—. Y quiero que entienda esto, señor Park, ni JiMin ni yo queremos casarnos, soy feliz con la pareja que tengo. JiMin está bien cómo está y, aunque no espero que lo entienda, me gustaría que lo respete.