roommate ─ kooktae au

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Taehyung caminaba con dirección al edificio de biología cargando las cosas que le había dejado JiMin desde la mañana, había pasado por preguntas incómodas, las cuales buscaban saber o de quién eran esos regalos o sí él se lo estaría dando a alguien más. Porque no sólo eran una cajita y dos bolsas con unos peluches gigantes, JiMin le había agregado unos libros en la madrugada seguramente, ya que cuando él estaba despierto no lo vio cargando con ellos hasta la mesa.

Soltó un suspiro cuando más de las miles miradas que había recibido hasta ese punto se posaban en él con curiosidad. Y es que nunca había conocido a gente tan chismosa como lo eran aquellos de esa universidad. Gustaban enterarse de todo, a toda costa sin importar qué. Algo así como Hyunjin, pero él era uno de sus mejores amigos, así que no contaba.

Aprovechaba a preguntar a varios de los estudiantes dónde podía encontrar a Kim NamJoon, y como claro, era obvio que todos ahí lo conocían. Era uno de los sobresalientes en todo el departamento de biología y quién no supiera su nombre, eran aquellos que no estaban interesados en conocerlo.

Podía sentir como sus dedos dolían por la presión constante de donde sujetaba los regalos contra sus dedos con un gran peso. De verdad ya le dolían y estaba odiando ser una buena persona como para aceptar la petición del pequeño rubio.

Estuvo inspeccionando el número de los salones hasta poder dar con el correcto, el número 316 podía lograr ver a un lado de la puerta. Se acercaría a la ventana a chismosear si su amigo se encontraba ahí, pero le daría tanta pena si los demás estudiantes lo volteaban a ver como si fuera un loco que pegaba su cara al vidrio por diversión; así que se quedó sentado debajo del gran ventanal a esperar a que diera el medio día y por fin poder escuchar el sonido de la alarma avisando el segundo descanso del día.

Estar ahí sentado sin hablar o moverse le dio la gran idea de cuál podía ser el regalo para NamJoon. Él estudiaba biología, por lo tanto gustaba de plantas y varios animales, aunque lamentablemente estaba su corte de presupuesto y no podía adquirir algún compañero para él y tampoco sabía si el mayor lo aceptaría, optó por la idea de que unas plantas le vendrían bien al jardín del que NamJoon cuidaba.

Minutos después de larga y aburrida espera, el sonido molesto de la campana sonó y varios alumnos comenzaban a salir. Unos con apuro, otras más lentos y al final estaba él, quien había salido de último todavía leyendo un libro que a cierta vista le parecía más interesante que todo a su alrededor.

—Nam —Llamó esperando que lo escuchara. No fue así, el chico seguía sumido en su preciada lectura—. ¡NamJoon!

Al escuchar su nombre volteó buscando el dueño de la voz que reconocía con facilidad. Hasta que no vio nada a sus lados ni al frente, es que apuntó su vista al piso aún lado de la entrada del aula.

—Oh, Taehyung, ¿qué haces aquí? —Cerró su libro procurando meter el separador en la página correcta y así poder prestarle atención al ahora castaño—. Te teñiste, te ves bien.

El mencionado se levantó del suelo y sacudió sus lindos pantalones de mezclilla rasgados y se paró al frente suyo con una pequeña sonrisa, muy, muy diminuta.

—No suenas como si estuvieras cabreado conmigo. Y gracias, un regalo de Hyunjin.

Habla por fin y el fruncido algo confundido ceño de Namjoon se relaja.

—Ayer lo estaba pero estamos pasando por cosas los tres y los entiendo, también están estresados —Se hace a un lado al ver de reojo como su profesor estaba por salir del salón y se despide de él con un asentimiento de cabeza—. ¿Qué haces aquí?

—Quería hablar y darte algo.

—¿Darme algo? —Guarda el libro que todavía tenía en manos—. Dime qué hoy no es mi cumpleaños.