19. La Lechuza Hace Shh

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Número de palabras: 3081

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Bokuto sabía cosas.

A lo largo de su vida siempre fue elogiado por su agudo sentido del olfato, el gran control que tenía en sus feromonas e instinto, también por su destreza en los deportes y su peculiar cabello, pero eso era una historia aparte.

El punto es que gracias a su bendecido olfato Bokuto sabía cosas, cosas que los demás solían pasar desapercibidas a menos de que estuvieran buscando algo.

Un claro ejemplo eran las feromonas que sentía expeler de Akaashi y que parecía que nadie más podía notar... eso le recordó que continuaba postergando aquella charla con el azabache.

También notaba con facilidad las emociones que sus amigos con segundo género dejaban salir a flote por medio de las feromonas, lo que se complementaba a la perfección con su capacidad para entender las emociones de los demás.

No notaba por medio del comportamiento de Daichi algún signo que le indicara que el moreno estuviese triste después de enterarse de que su mejor amigo y amor no correspondido estaba comprometido, pero sus feromonas sí que tenían un deje melancólico.

No había indicios en el rostro de Ushijima que revelaran algún tipo de emoción, pero el aroma a cacao que desprendía —sobre todo cuando se trataba de Shirabu— lo delataba.

Por mucho que le prestara atención a Akaashi y a sus reacciones a veces era fácil pasar por alto su nerviosismo o sus fugaces sonrojos, si no fuera por lo que su dulce aroma a frutos rojos dejaba entrever, los tomaría como parte de su imaginación.

Tales eran los alcances de su olfato que incluso era capaz de distinguir feromonas cuando usaban inhibidores de olor.

Por eso desde el primer momento notó que Semi Eita era un omega, aun cuando su círculo de amigos parecía desconocer este hecho.

Claro que el de ojos dorados no era quién para andar divulgando el segundo género del cenizo, podía ser alguien muy imprudente, pero hasta él sabía que asuntos de esta naturaleza hay que tratarlos con delicadeza. Si Semi lo mantenía como un secreto debía tener sus razones.

Tampoco pasó por alto el ligero cambio en las feromonas de Eita, aunque al principio no le dio mayor importancia, transcurrido un mes la anomalía se hizo mucho más evidente, estaba claro: Semi estaba embarazado.

Guardó el secreto, ni siquiera le comentó a Akaashi al respecto y muchos menos a Satori; si bien tenía la sospecha de que el pelirrojo estaba más involucrado de lo pensado —eso explicaría porque Semi y él se distanciaron en los últimos dos meses—, de quien lo debía escuchar era del mismo cenizo, no de él.

Pero, así como las buenas intenciones al final no son más que intenciones, saber cosas no lo es todo en la vida, de hecho, a veces puede ser un arma de doble filo.

Miradas Compartidas - Haikyuu!! [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora