29. Un Nuevo Integrante

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—Quiero la maldita epidural o los voy a matar a todos

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—Quiero la maldita epidural o los voy a matar a todos.

Aquello fue lo primero que escuchó Kenjiro cuando estuvo a punto de abrir la puerta en la que le indicaron que estaba Semi.

Luego de la llamada de Tendo las cosas pasaron relativamente de prisa, les tomó aproximadamente cuatro horas llegar a Tokio y tardaron unos quince minutos más en llegar al hospital donde estaba Eita.

Debido a la cantidad de feromonas que los omegas solían liberar cuando estaban en trabajo de parto, solo dejaron entrar a Shirabu a la habitación donde estaba Semi.

Ushijima, por su parte, esperaba a Satori en la sala de espera, porque así era la suerte del pelirrojo.

Justamente ese día se encontraba en Miyagi por asuntos familiares y no se encontraba tan cerca de la estación de trenes como Shirabu y Ushijima, por lo que todavía no llegaba al lugar.

—Eita, cálmate.

—Si no sabes cómo es traer un bebé al mundo no me pidas eso Koshi —replicó con molestia el contrario.

Todavía podía huir de la sed de sangre de Eita considerando que una puerta los seguía separando, sin embargo, tuvo un poco de compasión por Sugawara y terminó ingresando al lugar.

—¿Todo en orden? —preguntó asomando apenas la cabeza por la puerta.

Que se hubiera compadecido de Sugawara no significaba que tuviera ganas de morir o de ser el objeto de la ira de Semi ese día.

—Solo descubriendo que el milagro de la vida no es tan lindo como lo pintan —resopló Sugawara.

«Así que incluso él puede perder la paciencia» pensó.

Luego de comprobar que Semi "bomba de tiempo" Eita no era una amenaza inmediata, entró al cuarto y se acercó a los dos omegas.

A juzgar por la respiración pausada y la expresión de dolor, el embarazado estaba sufriendo una contracción en ese momento así que no tenía la motivación para responder a la pregunta de Shirabu él mismo, de haber sido el caso definitivamente no habría sido recibido de la mejor manera.

—Hijo de su... No puedo decirlo porque es mi hijo —chilló Semi.

—Te tendrás que acostumbrar a no poderle decir eso —se burló Suga, lo que le concedió el honor de ser mirado con desprecio por Eita.

Shirabu estaba cada vez más seguro de que el platinado tenía instinto suicida.

—Le diría que va a poder descansar después de nueve meses de embarazo, pero es más que seguro que el bebé no los deje dormir por ahora —comentó Kenjiro.

—Odio cuando tienes razón —se quejó Eita.

—Nadie dijo que iba a ser fácil traer una vida al mundo —dijo Sugawara mientras le pasaba un vaso de agua a Semi en un intento por calmarlo.

Miradas Compartidas - Haikyuu!! [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora