22. Adaptarse

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Sin duda alguna había subestimado su mala suerte

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Sin duda alguna había subestimado su mala suerte.

Una cosa era ser omega, otra era descubrirlo después de pensar toda tu vida que eras beta y otra muy diferente que tu primer celo ocurriera cuando tu interés amoroso te cuida de una supuesta fiebre.

Quizá se le estaba contagiando la mala suerte de Shirabu.

A la mañana siguiente, cuando despertó y fue totalmente consciente de lo que había ocurrido, Akaashi Keiji solo quería quedarse en cama intentando fingir que no existía y que todo lo que había pasado hace solo unas horas era parte de una pesadilla.

Evidentemente las cosas no eran tan sencillas.

Mucho menos cuando la otra persona que presenció tu vergonzoso comportamiento aún dormía en la misma cama.

Y te apretaba fuertemente entre sus brazos.

Dios, en serio quería desaparecer.

El problema realmente no era haber dormido en la misma cama que su mejor amigo o despertar contra su pecho.

Obviando el hecho de que no era un amante del contacto físico.

—Bokuto-san.

—Mnh. —El muchacho lo acercó más a su pecho.

Hace un día le habría parecido imposible despertar de aquella forma.

Bueno, si le hubieran dicho hace unas horas que era omega también habría pensado que era una locura.

—Es hora de despertar. —Bokuto ni se inmutó.

Incapaz de escapar del abrazo, Akaashi pellizcó con fuerza las mejillas del mayor para despertarlo.

De inmediato Kotaro empezó a removerse mientras fruncía el ceño, dejando libre al contrario.

Fue una verdadera lástima no poder contemplar por más tiempo aquella expresión tan pacífica, pero en esos momentos su prioridad era ir al baño.

—¿Qué ocurre? —preguntó el de cabello bicolor mientras lo miraba con los ojos entrecerrados debido al esfuerzo que hacía para no caer rendido de nuevo.

—Tengo que ir al baño —contestó intentando ignorar la cercanía de sus cuerpos.

—¿Te volviste a mojar? —indagó Bokuto, medio dormido.

Incluso si el chico no dijo aquello con malas intenciones, de igual manera Akaashi le arrojó la almohada en la cara.

—No lo digas así —dijo en voz baja el pelinegro.

El muchacho se levantó y salió de la habitación antes de que el otro pudiera siquiera apartar la almohada de su rostro.

Vaya manera de empezar el día.

Miradas Compartidas - Haikyuu!! [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora