-¡Estoy en verdad dudando de todo esto, no fue en lo absoluto correcto que me cargadas así y hacer toda una escena allá afuera!-Espeté mirándolo con desaprobación, observé como rodó los ojos a través del retrovisor y gruñí soltando un suspiro -Dejame aquí, ya paró de llover, puedo caminar o tomar un taxi, no me gusta que la gente pierda su tiempo con cosas así -Pedí por tercera vez
-¿Dónde está tu botón de apagado, por Dios?-Bufó deteniéndose en un semáforo, le saqué la lengua y devolví mi mirada a Oliver volviendo a jugar con él y su osito, escuché una risa nasal de parte del hombre manejando, los ojos de Oliver se fijaron en él y rió-Vamos, pequeño. Dile, ¡apagate!-Pidió con una sonrisa dulce, nada parecida a la mueca que me había dedicado poco antes
Oliver aplaudió y luego de unos segundos me miró
-¡Pagate!-Lo miré sorprendida
-¡Oye, no le hagas caso!-Reproché mirándolo algo enojada, Víctor soltó una carcajada y miró al pequeño
-¡Dame esos cinco!-Colocó su mano frente a él, el pequeño confundido, ladeó la cabeza. Víctor sonrió con ternura y tomó su pequeña mano para guiarla a la suya y así cumplir con su palabra-No puedo creer que una madre no le enseñe a su hijo a dar los cinco, eso es algo esencial, sabes?-Protestó con tranquilidad volviendo a avanzar, yo solté una risa sarcástica
-No soy su madre-Aclaré-Es mí... Primo, ¿bien? Lo estoy cuidando-Agregué suspirando
-¡Ma-má!-Oliver se abalanzó sobre mi pecho y se acurrucó ahí, yo me sonroje
-Cállate-Susurré dándole pequeñas palmadas para que durmiera y dejara de delatarle casi siempre
-Como digas-Susurró él volviendo su atención a la carretera. Luego de un rato se detuvo en mi departamento y apagó el auto
-Gracias. Adiós -Solté borde tomando a Oliver y bajando del auto con rapidez, escuché como aparte del sonido de la puerta por la que yo salía, había otro-¿Qué haces? Ya puedes irte-Directamente le eché mirándolo confundida, Oliver sonrió emocionado al ver que probablemente su "papá" vendría conmigo
-¡Pa-pá!-Extendió sus brazos a el hombre detrás de mí, escuché una suave risa y después sentí como me lo arrebataba
-¡Oye! ¿¡qué carajo te pasa!?-Hablé exaltada-Damelo ahora-Me quejé acercándome a él amenazante-Damelo y te vas-Exigí en un tono firme
-¿Por qué estas tan de malhumor?-Cuestionó el alzando una ceja con una pequeña sonrisa -Relajate, niña-Relajate, niña-Pidió divertido pasando su brazo sobre mis hombros. Me removí incómoda sin saber ahora que decir y sólo caminé a mi departamento
-Hasta aquí llegamos -Hablé con la idea de que se marchara de una vez
-Claro-Asintió satisfecho. Y después le quite a Oliver-Adiós, y gracias-Me limite a murmurar, él me extendió las bolsas con las compras y yo saqué las llaves de mi bolso para abrir. Suspiré y entré volviendo a cerrar-Dios...-Susurré con cansancio. Dejé a Oliver en el suelo y me aleje a la cocina para arreglar las compras
-¿Pa-pá?-Escuché que mencionó con un deje de confusión, yo rodé los ojos
-Se fue, Oliver. Y no es tu papá -Aclaré colocando las cosas en su lugar con una pequeña mueca
-¡Pa-pá!-Llamó en un grito, sentí como mi corazón se oprimió
-Oliver...-Susurré suspirando y acercándome otra vez, él veía la puerta esperanzado, me acerqué y me exalte ccuando el empezó a gritar y a llorar-¿Q-Qué tienes? ¿qué pasa?-Jadeé confundida cargándolo
-¡Pa-pá!-Sollozaba señalando la puerta
-Mierda...-Balbuceé incómoda -Él ya se fue -Murmuré rascandome la nuca-¿No quieres a Pupi mejor?-Comenté sacándolo de mi bolso y enseñándoselo, él no le prestó atención, y cuando intenté dárselo lo tiro enojado -Dios, bien... Por favor deja de llorar-Pedí desesperada. Después al ver que hizo caso omiso a mi súplica me vi obligada a salir con rapidez a la entrada del edificio-Gracias a Dios-Susurré aliviada al ver que se encontraba hablando por teléfono cconcentrado mientras veía a la gente pasar-¡Hey!-Llamé cuando colgó y encendió el auto para irse. Noté su desconcierto, pero Oliver se lo aclaró
ESTÁS LEYENDO
Mí Pequeño Ángel
HumorAmelie Dupont es una joven muchacha con raíces francesas, que buscando un nuevo significado para su vida se va de su país para mudarse a Nueva York. Alegría, diversión y locura, en eso se basaban sus días en aquel lugar, sin duda el paraíso para una...