-Aquí tiene, una orden de empanadas de carne y su jugo de tamarindo-Me relamo los labios, combinación rara, pero eso se escuchaba apetitoso, y yo ni había tenido tiempo de desayunar
Día del padre, eso sin duda era una buena razón para que el lugar se encontrara a reventar, habían pasado dos semanas ya, mi tiempo de vida en verdad se había reducido significativamente, despertar, trabajar, llegar, hacer labores, atender a Oliver, estudiar, dormir. El mismo proceso todos los días, eso era más que agotador, me tenía a reventar, me estaba ahogando sin duda
Me retiré de la mesa donde estaba la gran familia alegre contando anécdotas y chistes y volví a la caja para ayudar a mi compañera a facturar, la pobre tenía doble turno, día y noche, sentía algo de pena, puesto que también estudiaba, sin embargo no tenía otra pequeña responsabilidad como un hijo. Obviamente le pagaban un poco más por tomar los turnos de la tarde, que eran los que quedaban cuando yo me iba
-Gracias Amy, parece como si este fuera el único restaurante abierto en el mundo, no entiendo porqué hay tanta gente-Se quejó sentándose y limpiandose el sudor de la frente
-Por eso nos pagan-Burlé sonriéndole a la joven que pagaba y ofreciéndole la factura-Gracias por venir
Me senté junto a mi casi amiga y ambas suspiramos, todos estaban comiendo, las mesas estaban llenas, al menos podíamos descansar un poco
-¿Y Oliver?-Cuestioné ladeando la cabeza, ella señaló la zona de descanso -Francisco se lo llevó a comer, estaba a punto de hacer un berrinche cuando vio a un cliente con papas para llevar y no le ofrecieron -Rodé los ojos exhausta y caminé al lugar señalado, ahí estaba, como ya me habían mencionado, Francisco y él sobre el sofá
-Me contaron que un bebé por aquí se estaba portando mal-Mencioné sonriéndole al chico y sentándome a su lado, él me ofreció una papa frita de su bolsa y yo fruncí el ceño-Pero como no se va a portar mal si le cumplen los caprichos-Me quejé golpeando su hombro, el joven rió
-Odio el llanto de los bebés, y este quería papas, yo quería papas, una cosa llegó a la otra y aquí estamos-Me guiñó el ojo
-Alguien al parecer esta muy consentido-Mencioné tomándolo para sentarlo en mis piernas, ni siquiera había notado mi existencia puesto que estaba muy preocupado en poder babear la papa en su mano para lograr comerla. Él apenas alzó la vista sonrió y se acomodó en mi pecho para continuar su tarea. Me quedé acariciando su cabeza y observé al pelirrojo a mi lado-¿No deberías estar trabajando?
-Bingo-Señaló chasqueado su lengua-Estoy en mi descanso para almorzar. Dulces veinte minutos -Suspiró con exageración y se tomó la libertad de también acurrucarse entre mi pecho y estómago, reí un poco y pasé mi otro brazo sobre sus hombro para acariciar su cabello -Sé que estas seduciéndome para robar mis papas -Aclaró extendiendo la bolsa de papas hasta mi alcance, yo sonreí victoriosa y le robe un puñado para comerlo
-Por eso te quiero-Murmuré en un suspiro aliviado al tener algo en mi estómago
-¿Qué me cuentas?-Me encogi de hombros cuando me dirigió una mirada
-Estoy muy cansada-Susurré con una pequeña sonrisa-Pero quiero seguir en pie-Agregué acomodandome con pereza, cerré mis ojos por unos segundos, hasta que sentí un tacto en mi mejilla, fruncí el ceño y abrí uno de mis ojos, Oliver me había dado una palmadita en la mejilla aún sin soltar su papa en la otra mano, le sonreí con cariño-Sí... Por él lo vale
(...)
El chofer nos dejó en casa, le agradecí y bajé a Oliver que tomaba su siesta, él me ayudó con la pañalera y la dejó en la entrada, después se fue y yo abrí la puerta, dejé al pequeño en su cuna y pasé las cosas a la casa, eran como las tres de la tarde, y aún me quedaba un largo día por delante
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Mí Pequeño Ángel
Hài hướcAmelie Dupont es una joven muchacha con raíces francesas, que buscando un nuevo significado para su vida se va de su país para mudarse a Nueva York. Alegría, diversión y locura, en eso se basaban sus días en aquel lugar, sin duda el paraíso para una...