35. Mi Pequeño Ángel

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—¿Amelie, qué estás haciendo?

Iba caminando de un lado a otro, sintiendo que mi cuerpo era comido por los nervios segundo a segundo, Dios mío

—¡V-Voy!—Me atreví a hablar y apreté suavemente mis puños. No podía ignorarlo, sentía que en un dos por tres la puerta caería al suelo y todo acabaría en desastre. Sólo tenía que hacer lo que debía hacer. Tenía que ganar tiempo. Me aproximé a la puerta y la abrí con lentitud, James estaba frente a ella con el ceño fruncido, tragué saliva y sólo le miré, estaba demasiado asustada de cómo podría reaccionar

—¿Por qué estabas encerrada?—Cuestionó con cierta seriedad, me hizo a un lado, cuando menos lo esperé ya estaba dentro de la oficina, volví a cerrar la puerta y me di la vuelta

—Sólo quería algo de aire y tranquilidad—Murmuré jugando levemente con mis manos, volví a acercarme al escritorio y me senté en el borde—¿Estás enojado conmigo?—Indagué mirándolo de reojo con algo de nervios

—No, no... Me he preocupado, nada más—Dio unos pasos hacía mí, se detuvo justo en frente y alcé la mirada—¿Cómo la estás pasando?

—Muy bien, es una locura—Sonreí un poco—Pero me agrada—Agregué, se quedó en silencio por unos segundos, tan sólo me estudiaba, y en esos momentos no me caía nada bien que me analizara—¿Cómo sabías que estaba aquí?

—Sólo alguien tan traviesa como tú se atrevería a escabullirse por dónde le plazca, tú y Oliver son la excepción a mis reglas, al parecer—Me dió una sonrisa ladina, luego su mano acarició mi mejilla, ladeé la cabeza—Son los únicos que no tienen miedo

—¿Quieres que te tengamos miedo?—Susurré frunciendo el ceño con levedad sin apartar la mirada de sus ojos, negó con la cabeza con lentitud

—No quiero eso, no ahora—Su mano bajó por mi mandíbula, acarició con delicadeza la comisura de mi labio inferior

—Pues yo ahora quiero que me beses—Murmuré sin pensar del todo, se quedó quieto un momento, aunque sin dudarlo después de unos segundos, acortó la distancia y me acorraló contra el escritorio, tomando mis labios con posesión e intensidad, haciéndome jadear en el proceso

"Sólo sigue, sólo unos minutos, no lo arruines" Me animaba mi subconsciente desde el fondo de mí ser, controlandose para no estamparle un puñetazo, no sería para nada inteligente de mi parte

Las manos de James tomaron mis caderas a su gusto y sin previo aviso terminó de sentarme mejor sobre el escritorio, abrió mis piernas con su rodilla y metió en su cuerpo entre ellas, sentía el calor emanar de su cuerpo, ¿Cuánto tiempo había estado esperando esto para estar tan ansioso?

Cuando él aire se escaseó, rompió el contacto de nuestros labios y bajó al instante a mi cuello, empezando a besar y mordisquear a su paso, haciéndome soltar pequeños jadeos erráticos, ni siquiera sabía cómo debía reaccionar a su gran atrevimiento repentino, tan sólo intentaba dejarme llevar y "disfrutar" oh sólo intentar fingir que lo hacía

Cuando sentí que sus manos bajaron a la orilla del vestido empezaron a subirlo, me congelé. Oh Dios mío, sí que iba muy enserio. Me aparté con levedad algo nerviosa y tensa, él me miró algo confundido, y estuve a punto de ver venir una objeción de su parte, pero fui salvada por dos golpes en la puerta que nos hicieron voltear

—¿Señor James?—Pude reconocer la voz tímida de la chica de servicio—El niño Oliver insiste en buscar a la señorita Amelie para cortar el pastel—Informó bajito, tal vez temiendo la reacción de su jefe ante aquella interrupción

—Dile a Oliver que bajaremos en un momento, Fátima—Pidió él soltando un suspiro, luego se alejó de mí y yo pude recobrar la postura, arreglando mi vestido y cabello a como pude

Mí Pequeño ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora