19. Desastre

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Me desperté apenas la alarma empezó a sonar, me sentía terrible, tal vez quedarme despierta hasta tan tarde no había sido lo más sensato...

Sí, me había equivocado en eso

Apenas y me dio tiempo terminar de despertar, vestirme y vestir a Oliver

—¡Mamá, mamá, mamá!—Exclamaba él emocionado mientras aplaudía, cerré los ojos perezosa mientras terminaba de hacer su papilla y la guardaba en mi bolso junto con su jugo, una muda de ropa y pañales—Ñam ñam—Pidió haciéndome abrir los ojos, él sobaba su barriga, sonreí con ternura—Hambre!

—Te daré el desayuno en el trabajo, sí? Debemos irnos o llegaremos muy tarde—Intenté negociar, pero claramente no entendió mi punto y empezó a llorar—Oh, cielos, no seas así por favor, vamos a llegar rápido...—Mencioné para apaciguar su llanto, pero no cedió —Demonios..—Suspiré tomando mi celular, colocándome mi bolso en los hombros y luego cargándolo para salir

Presentía que me insultarían unas cuantas personas por esta alarma a tal hora de la mañana

En la salida, gracias a todo Dios poderoso estaba el chófer de Víctor esperando por ambos, seguía rotundamente agradecida de tener ese transporte, se me hacia un poco más fácil moverme, aparte de que me ahorraba algo de dinero, obviamente

—Ven, bebé, ten—Ofrecí en la pequeña cuchara algo de papilla, sin embargo él, enojado por no tenerla a tiempo, la golpeó con su mano en un rotundo rechazo—¡Oliver!—Reprendí propinandole una nalgada, el llanto aumentó, lo solté a mi lado en el sillón —Eso no se hace, joder!—Gruñí intentando limpiar, sentía demasiada vergüenza de haber ensuciado apenas aquel lujoso auto que me hacia el favor todos los días. Sentí una mirada sobre mí y sospeché que era el chofer que me observaba con desprecio. Menos mal me equivoqué, en cambio tenía una pequeña sonrisa compresiva

—No se preocupe por eso, señorita—Me calmó, sonreí tímida —Yo lo limpiaré, creo que tiene asuntos más importantes por atender—Señaló al rubio sentando a mi lado que hipeaba a causa del llanto y mordía su ropa con ansiedad, aunque mantenía la mirada baja a causa del regaño

—Vamos a intentarlo otra vez —Murmuré volviendo a tomarlo para ponerlo en mis piernas, escuché como sorbió sus mocos, hizo un puchero dejando de babear su camisa—Toma —Volví a ofrecerle la comida luego de haber limpiado la cuchara, él abrió la boca y la aceptó, sonreí sintiendome mejor—Sé que debí alimentarte antes, pero, sigue siendo difícil acostumbrarme a ti— Me vi obligada a decir por sentir esa extraña carga en mi pecho que me reiteraba era la culpable de su berrinche

—Hemos llegado—Avisó el chófer estacionando frente al establecimiento. Agradecí y pedí disculpas por las molestias, después bajé y entré al local

Estaba Francisco, que debía llegar al menos diez minutos antes para abrir el local, al ser el encargado mientras sus tíos viajaban, osea, los dueños. El se dedicaba a supuestamente ayudarnos a atender las mesas, pero la mayoría del tiempo andaba de vago comiendo a escondidas, sin embargo, ese vago me servía para que cuidara a Oliver cuando me veía muy apretada.

También estaba Lucy, la cual era mi compañera para atender las mesas, y Gema, la cara bonita que rara ver llegaba temprano y se suponía atendía la caja registradora, pero hacia la mayoría del tiempo lo que quisiera por favoritismos internos

Hasta ahora faltaban: David, jefe de la cocina y el área de bebidas, James, el chef y Carol, la encargada de preparar los cafés y pasarnos los platillos desde adentro

Éramos relativamente pocos, pero nos sabíamos manejar y complementar todos juntos, aparte de que debíamos ser obligatoriamente versátiles por si uno de nuestros compañeros faltaba, aunque nadie quería eso, porque era doble o hasta triple trabajo, sumando mucha más responsabilidad. Y a nadie le gusta responsabilidad gratis, pero si las propinas extras que ganaban haciendo eso, claro

Mí Pequeño ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora