29. Destrucción

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—¿Qué está pasando, Víctor?—Finalmente me dispuse a soltar aquella pregunta que tenía atascada en la garganta hace un rato mientras le dábamos algo de amor a Oliver para que no estuviera tenso por el asunto, era un niño inocente, no debía abrumarse por este tipo de problemas, sólo seguir siendo el hermoso ser que era y ya está

Víctor suspiró, se notaba que me tenía que decir más de una cosa, y eso era lo que me preocupaba ¿Qué tanto había que decir? ¿Pasaría algo más?

—Sólo sueltalo, por favor—Rogué tomando su mano para apretarla un poco, estaba desesperada por saber en qué líos ahora estábamos metidos

—Han intentando asesinarnos, no fue un accidente—Suspiró, automáticamente todo mi cuerpo se tensó—El auto se dio a la fuga, la Policía está en búsqueda de su rastro

—¿Qué demonios está pasando..?—Me quedé cubriendo mi rostro e intentando retener los sollozos que se escapaban de mi garganta, esto era una pesadilla, una gran locura

—No estamos seguros, Amelie, ni siquiera sabemos contra quién estamos peleando—Soltó un bufido, le miré de reojo haciendo una mueca, sospechaba por dónde iba está conversación—Pienso que lo mejor sería permanecer en casa lo más posible, que no te sigas exponiendo a ti y a Oliver más de lo debido...

—Osea, depender de ti—Concluí suspirando y pasando una mano por mi cabello

—No lo veas como algo malo, linda, nada las faltará, te lo prometo—Mencionó acariciando mi cabello suavemente, pero sólo negué insegura

—¿Sabes por qué escapé de Francia?—Murmuré mirándolo con seriedad por unos segundos—Porque absolutamente todo estaba planeado a la medida, nada era mío, todo era un préstamo que debía pagar con mi obediencia y mi vida—Apreté mis puños—Allá tampoco me hacía falta nada, pero dependía en cuerpo y alma a todo un horrible régimen, y por eso me largué con lo poco que pude hasta aquí para empezar de nuevo—Relamí mis labios, aparentemente resecos por el estrés—Lo que quiero decir es que no quiero volver a pasar por esto, no quiero empezar de cero a este punto de mi vida, no podría, Víctor...—Él sólo negó con la cabeza, y cuando menos lo espere, acunó mi rostro entre sus manos con delicadeza para verme directamente a los ojos

—¿Me ves a caso cómo un dictador o algo así?—Indagó bajito sonriendo un poco—Escucha, grandísima terquedad echa mujer. Tú y Oliver le están dando un nuevo sentido a mi vida, uno que me gusta.. bastante si te soy sincero, y yo nunca podría desampararlos de esa manera, me oyes? Nunca, ni porque me destrozaras y echaras al mar cada trozo de mí... Yo nunca podría abandonarte y dejarte a la deriva

No sé en qué momento un nudo se armó en mi garganta y las lágrimas me amenazaban, y tampoco sabía porqué mi corazón siempre, siempre se iba a empeñar en creerle aunque no pareciera lo más correcto algunas veces

—¿Sí me entiendes?—Susurró ladeando la cabeza con una pequeña sonrisa, yo asentí soltando una risa nasal, es que yo no podía con este hombre—Entonces dame un beso—Pidió acercando un poco su rostro, y yo sin dudarlo, tan sólo uní nuestros labios en aquella ansiada caricia que nunca podría negarle

Al paso de unos segundos, la puerta se abrió tomándonos por sorpresa, quizá nos habíamos emocionado un poco con los besos

—Wooow, bebé en el perímetro—La voz de la pelirroja que cargaba a Oliver en brazos se hizo notar con cierta diversión apenas entró

Me sonrojé un poco alejando a Víctor con un suave empujón, y él sólo gruñó un poco y volvió a su lugar algo abochornado

—Muy bien, ya podemos irnos, todo está listo en la casa—Habló ella dirigiéndose al su hermano mientras dejaba a Oliver jugar con su cabello, siempre que la tenía cerca, se hipnotizaba con ese rojo intenso que ella portaba

Mí Pequeño ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora