EPÍLOGO

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Al momento de entrar a casa otra vez, la sentí como un hogar más que nunca. Sobre todo cuando Oliver empezó a saltar feliz de un lado a otro por cada rincón gritando: ¡Hola, casa!

Solté un suspiro aliviado cuando pude tirar a un lado los tacones y dejar mis pies descalzos sobre el frío piso, estaba hecha un desastre

—Dejeme ayudarla, señorita—Ofreció el chico detrás de mí haciéndome sonreír, mucho más cuando me cargó cuál princesa y empezó a caminar a las escaleras—Me haz hecho mucha falta...

—Y tú a mí igual—Murmuré haciendo una pequeña mueca culpable mientras acariciaba su mejilla con delicadeza—Lamento haberme ido así, sentía que era la única forma—Me disculpé algo apenada, me preguntaba si estaba enojado por ello

—Tranquila, nena. Comprendí que estabas loquita hace un tiempo luego de que nos casamos en el estacionamiento—Soltó una risa nasal y rodé los ojos—Lo importante es que están aquí, y volvemos a estar juntos, no crees?—Asentí y luego entramos a una habitación, mí habitación

—Quiero darme una ducha y quitarme todo esto, necesito ropa normal—Pedí suspirando y bajando de sus brazos, empezando a deshacerme de la joyería y dejándola a un lado

—Tranquila, ya tengo eso cubierto—Me guiñó el ojo y fruncí el ceño, aunque le resté importancia a su mirada de: "tengo una idea loca" y sólo entré a la ducha

Apenas salí, mi mirada cayó sobre la cama, dónde estaba él, con una peculiar prenda ahora... Y sonreí como nunca

—Awww, están hermosas!—Expresé encantada terminando de acortar la distancia entre nosotros, eran tres camisetas a juego, verdes y con estampado de dinosaurios, detrás decía "Cumpleaños 4 de Oliver. Mamá y Papá te aman"

—Las había mandado a hacer hace poco cuando recordé la fecha, te gust...-—Lo cayé abalanzandome hacía él y comiendomelo a besos, se separó segundos después con una sonrisa—Sí, creo que te gustan

—Son perfectas...—Susurré tomando la mía con alegría—¡Me la voy a poner!—Exclamé antes de regresar al baño junto con unos jeans, poco después salí y me miré en el espejo, él se paró detrás de mí—Vaya, vaya, que parejita tan cursi—Me burlé ladeando la cabeza

—Aunque falta alguien—Agregó Víctor dejando su cabeza sobre mí hombro—Vamos por nuestro dinosaurio—Pidió tomando su camiseta antes de salir de la habitación

Cuando llegamos a la sala, sonreí al escuchar su voz hablar y hablar sin parar con alguien, aunque sólo pude pensar en una persona con la cuál podía hablar con tanta soltura y felicidad. Amanda

Estaban los dos juntos sentandos en el sillón y Oliver hablaba sobre su aventura en esa casa, de galletas, de cómo corrió con esos niños y fue el más rápido, mientras Amanda asentía y reía una que otra vez mirándolo con atención

—Vaya, alguien está muy parlanchín—Mencioné acercándome, le di un pequeño saludo a la mujer a un lado y está sólo sonrió—Cariño, cuánto dulce comiste?—Reí un poco, él me miró con el ceño fruncido, más que todo a mi camisa y a la de Víctor

—¿Y eso?—Señaló ladeando la cabeza, sonreí apartándome un poco

—¡Ta-da!—Víctor sacó una más pequeña de detrás de su espalda, el rubio empezó a saltar en la sofá

—¡Ponmela, ponmela, ponmela!—Gritaba entusiasmado, todos reímos y lo detuve, le quité hasta la mitad de su cuerpo aquel disfraz y luego pasamos a su camisa, aunque apenas se la pusimos... Le quedaba un poco, muy grande tal vez—¡Me gusta!—Exclamó él antes de sentarse para que le quitara lo sobrante del disfraz, luego empezó a andar por ahí con la camisa hasta las rodillas

—Oli, necesitas pantalones...—Murmuré siguiéndolo con la mirada e intentando no reír con ternura en la proceso

Al paso de un rato, Víctor me tomó de la mano un momento y me llevo hasta el jardín, fruncí el ceño algo confundida por su extraña actitud. Estaba algo nervioso

—Tengo una sorpresa para ti, Amelie

—¿Otra?—Cuestioné sonriendo un poco, apreté su mano con levedad—¿Está todo bien?

—Más que bien, cariño—Tomó aire—Mientras Oliver y tú no estaban, me he puesto a pensar un poco—Bajó la mirada a nuestras manos—Y he decidido que no quiero perderlos, nunca. No quiero estar sólo aquí sin la alegría de él, ni la calma que me das tú—Sonrió un poco—Hice algo de papeleo... Mucho papeleo, a decir verdad, y creo que lo logré

—¿Lograste qué?—Susurré curiosa

—Pues, que nos han dado los papeles de adopción—Abrí los ojos sorprendida y ambos nos miramos con intensidad por unos segundos, largos segundos, mis ojos de cristalizaron

—E-Eso quiere decir...que tú y yo...—Jadeé con la voz entrecortada por los nervios

—Podemos adoptar a Oliver legalmente—Completó asintiendo, solté un sollozo lleno de alegría y me lancé a sus brazos otra vez—¿Quieres que adoptemos a ese niño juntos?

—Es lo que más quiero en mi vida, Víctor—Balbuceé hundiéndome en su pecho—No me hace falta nada más

—¡Abrazo!—El gritó de Oliver y su pequeño cuerpo metiéndose entre nosotros nos hizo reír juntos, Víctor lo cargó y besó su frente—¡Hola papi!—Saludó sonriente dándole un pequeño abrazo

—Hola, hijo—Saludó igual sonriendo un poco, yo limpié mis mejillas y lo llené de besos igual

—Hola mami—Mencionó mirándome, y se estiró hasta poder abrazarme

—Hola, angelito...

(...)

Jamás podría arrepentirme de mi destino, estaba más que agradecida con la vida que me había dado

Nunca me casaría con alguien más en un estacionamiento, ni tomaría a otro bebé empapado de mi puerta, tampoco lo dejaría en un lugar diferente mientras me duchaba o cocinaba, nunca querría olvidar su hermoso rostro cuando lo sacaba lleno de polvo o empapado mientras intentaba beber del grifo y me llamaba "mamá"

Si tuviera que repetir todo otra vez, mis decisiones serían las mismas, no cambiaría nada

Ni por los chicos más guapos de New York, ni por sus fiestas más alocadas. Al fin y al cabo era sólo el prototipo de "vida perfecta" que una mente inexperta y solitaria me había creado para intentar buscar felicidad. La felicidad que nunca tendría en mi hogar

Sólo puedo decir, infinitas gracias por todo, Oliver

Caiste del cielo junto con esa lluvia como un rayo e impactaste en mi vida, arrasando con todo a tu paso, dejándome cosas más bonitas en el camino, las cosas que yo quería realmente

Y ahora sólo puedo decir, que si alguien llega preguntarme que, ¿Cuál es el motivo de mi felicidad? Yo sólo le responderé que eres tú, Mi Pequeño Ángel

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Y recuerden, sean:

Humildes, valientes y arriesgados como Amelie Dupont

Amorosos, desinteresados y tiernos como Oliver

Bondadosos, fuertes y solidarios como Víctor Derricks

Siempre sean las mejores personas que puedan ser, que las recompensas llegarán a sus vidas cuando menos se lo esperen 

Mí Pequeño ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora