9. Mundos

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Killian sabía que este momento iba a llegar. No importaba la noche y el día perfecto y feliz que había pasado, ella tenía que volver.

Abrió la puerta con un suspiro de resignación y escuchó algo inusual, voces. Caminó hacia la cocina y la vió a Marianne, junto a 2 hombres y sorprendentemente, Thomas.

-Oh, dulzura, estaba tan preocupada- gritó la tía, corriendo y dándole el abrazo más falso del mundo- Aquí estas, al fin.

-Si, tía, perdón por no llamar- dijo en voz baja y agachando la cabeza, la única vez que llamaba Tía a Marianne era cuando estaba frente a personas.

-Castellan, casi muero de preocupación- dijo su amigo antes de abrazarla. Killian no dijo nada, solo no resistió el abrazo. No estaba cómoda, pensaba en cuan diferente eran los abrazos de Michael.

-Ahora si, caballeros, si quieren pasar al living a charlar nuestro asunto- dijo la mujer con una sonrisa dulce y los hombres ni siquiera miraron a Killian, solo siguieron su camino.

Clientes, seguro, gente sin alma.

-¿Por que viniste a mi casa?- le dijo Killian a su amigo, sumamente preocupada.

-Me preocupé, no apareciste en el colegio y lo único que sabía de ti era que tu amiguito dijo que estabas enferma- dijo y Killian supo que se trataba de Michael y rodó los ojos al tono irónico.

-Me sentía bastante mal, estaba de camino a la escuela y pasé por lo de Michael y caí dormida allí, el se encargó de avisar.

-¿Tengo que repetir lo mucho que odio que seas su amiga?

 -No sé porqué lo odias, es una amistad, como nosotros- dijo y por dentro pensaba que sus amistades no se parecían en nada.

Thomas conocía a Killian falsa, a la dulce y simpática. Esa que nunca tiene problemas y siempre ayuda a los demás.

Michael conocía a Killian, la huérfana, la malhumorada y fumadora. La real, que vive en una mentira y a veces lo único que quiere hacer es escapar.

-Lo odio a Él, odio el hecho de saber que en cualquier momento puede romperte- dijo Thomas tomándola de los hombros.

“Nadie puede romperme más de lo que ya estoy” pensó Killian y le sonrió.

-Soy fuerte como una roca, Tommy, nadie puede romperme- dijo dulcemente y le acarició la mejilla.

-Eres más frágil de lo que crees, Castellan, no eres invencible.

-No, no lo soy, pero si se cómo afrontar los problemas ¿Quieres café?

-Tengo que irme, entrenamiento- dijo y la volvió a abrazar. Killian sintió pánico y al despedir a su amigo, se encerró en su habitación, con llave.

-No voy a castigarte por esa estúpida idea de correr a la casa de tu noviecito el bueno para nada, porque sé que tienen un baile y no puedes tener marcas, la gente querrá saber que te pasó- dijo la mujer a la mañana siguiente, mientras tomaba su café. Killian se encogió de hombros y voló a la escuela.

-Señorita Castellan, nos tenía a todos muy preocupados- dijo el sub director apenas llegó a la escuela, mientras Abby y Jo corrían hacia ella.

-Muchas gracias por la preocupación, pero soy humana y un resfriado no mata a nadie- dijo mientras sonreía de la manera más dulce posible y escuchaba a su amiga parlotear sobre el baile.

-Quiero que sea ya, pero ya- repetía Abby una y otra vez y Killian reía por lo entusiasta que era su amiga.

-Yo también, solo para que cierres el pico- decía Jo, mientras repasaba apuntes de Literatura.

Good Girls and Broken Hearts (Michael Clifford) | a.uDonde viven las historias. Descúbrelo ahora