1. Mocosa

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Había una vez una chica conocida por todos y nadie (Mensaje secreto de Blank Space-Taylor Swift)

Killian POV

-Llegué- grité a la nada, cerrando con un portazo. Tire el bolso a un costado y me dirigí a la cocina, encendiendo la radio para no sentirme tan sola. Una canción de la década pasada empezó a sonar y mientras cocinaba, aplaudía y bailaba.

Esa era mi rutina después del colegio, llegar, prender la radio, comer, estudiar y esperar a que Marianne llegue y comience la tortura diaria.

Mucha gente dice que odia la rutina, me gustaría verlos con nada que hacer, con la vida totalmente impredecible. La rutina salva, la rutina te hace no pensar en lo que te preocupa, por ejemplo, tu catastrófica vida secreta.

Oh si, Killian Castellan es un secreto vuelto humano. La adorable, brillante, sociable, la mejor alumna de toda la preparatoria Keley, en el insignificante pueblo de Keley Hills, estado de Queens, Corona. Pueblo pequeño, infierno grande.  Un pueblo con solo 2.000 habitantes, donde no se rompen reglas y todo está en perfecta armonía. Eres quien los demás creen que eres, no tienes derecho a ser nada más.

Si solo lo supieran.

Todas y cada una de las personas en Keley Hills me miran con lastima, con esa mirada de “Pobre Killian, paso por tanto”. Aunque la odie, se que esa mirada mantiene a salvo todos mis secretos.

Mi padre, Marco Castellan se suicidó hace 4 años, cuando se entero de que mi madre, Lana Di Bauso, padecía de esa asquerosa enfermedad llamada “cáncer de mama”. Lana murió un año después, sumida en la depresión, ya que ella creía que su marido se había suicidado porque ya no la amaba. Hasta el día de hoy, no tengo ni la menor idea que llevo a mi padre al suicidio, pero no lo culpo, no es fácil ser un Castellan.

Marianne Castellan es la única que cumplió con las expectativas de sus antepasados. Abogada, millonaria, exitosa, rubia teñida, perfecta para todo el mundo.

Mis cavilaciones y comida fueron interrumpidas por mi teléfono vibrando. Abrí rodando los ojos por adelantado.

“Mocosa, tenes trabajo que hacer. Afueras de New York en media hora, mueve tu gordo trasero a la mierda que tienes por auto y muévete”

Suspiré, dejando el plato en el lavavajillas y tomando las llaves del auto.

-Hay trabajo que hacer, Jess- dije golpeando el volante y arrancando, volviendo a prender la radio.

Jesse, mi amada mini van gris de los años ’80. La amaba porque había pertenecido a mis padres, porque la tenía que llevar al mecánico prácticamente cada mes, porque era vieja y defectuosa, pero toda mía. Apreté el acelerador concentrándome en la carretera y no en lo que iba a ser.

20 minutos después, estaba ahí. Me sonreí a mí misma, Marianne no tendría que quejarse más de lo usual. Observe la foto de mi teléfono y  caminé envolviéndome en el largo tapado negro, con el beanie en mi cabeza. Lo divisé y sonreí a medias, cubriendo mi cara y escondiéndome en un callejón. Un hombre, alto, rubio, con aires de superioridad. Pobre idiota.

Deje que se acercara al callejón, saque, apunté y disparé. El cuerpo cayó de espaldas, justo junto a mí. Me saqué el beanie y le sonreí.

-Nos vemos en el infierno, colega- dije antes de dar media vuelta y caminar hasta Jess. Amaba esa expresión en sus ojos antes de morir, esa expresión de sorpresa al ver a una “adolescente” acabando con sus miserables vidas.

Me subí al auto, mandándole un mensaje a Marianne “Hecho”. Encendí un cigarrillo mientras arrancaba y emprendía el camino de vuelta.

Me pregunté cómo reaccionarían otras personas, como actuarían. Estoy seguro que estarían horrorizados, inseguros, temblorosos. Sin embargo yo no, este maldito “trabajo” era algo tan  normal.

Marianne Castellan era una abogada exitosa tanto como era un magnate en el mercado de las drogas. Todas las personas que ella salvaba de la cárcel, o sacaba, trabajaban a sus órdenes. Y yo era la encargada de los que no cumplían con el pago o potenciales enemigos. Asesina a sueldo, si quieren ponerle un titulo.

Yo en realidad era “asesina a techo” porque si no hacia lo que ella decía, estaba de patitas en la calle.

Mi teléfono vibro y estuve a punto de rodar los ojos cuando vi de quien era el mensaje.

“Hola, mocosa. Necesito verte, la bruja blonda me tiene esclavizado.”

“Dímelo a mí, acabo de despachar a otro. Nos veremos pronto, títere”

Aaron Shells. 25 años, ex convicto, apresado por robo a mano armada. Actualmente títere de, como él la llama “bruja blonda”. Lo había conocido cuando empecé en el “negocio familiar”, me enseñó cómo usar el arma y muchas cosas más.

Aaron era en la única persona en que quien confiaba, la única persona que en realidad sabia quien era. Era mi pequeño triunfo, mi única victoria sobre la vida. Nos llamábamos “Mocosa” y “Títere” porque eso es lo que éramos para todos los demás.

Conduje pensando en Aaron, en lo distinta que sería mi vida si no estaría. Probablemente hubiera seguido el camino de mi padre. Aaron está totalmente prohibido, me lleva 8 años, estuvo en la cárcel, mi tía está totalmente caliente con Él. Nadie en este jodido planeta aceptaría algo así. Y eso es lo divertido.

Un café me llamó la atención, “Lonely” era su nombre. Tiré el cigarrillo por la ventana, sonriendo para mí misma y  estacioné. Un café no me vendría nada mal. (En inglés: Solitario)

Me gustó el café en el segundo que puse un pie dentro. Antiguo, acogedor, cálido. Su nombre le hacía buena referencia, ya que no había  ningún grupo, solo gente sola sentada y aislada.

Pedí un café espresso, sin muchas ganas de algo más. Necesitaba sentarme y mirar a la ventana, perdida en mis pensamientos.

 Acepté el café y entregué el dinero, estirando el cuello en busca de un buen lugar. Escuché a alguien decir mi nombre y me di vuelta, sorprendida con lo que me encontré.

-¿Killian Castellan?- dijo una voz ronca y algo familiar.

La voz de Michael Clifford.

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Tanto este como el capitulo que viene, seran cortos porque son introducciones a las vidas de los personajes. Realmente espero que lo disfruten, estoy feliz de poder comenzar esta historia.

Dias de publicacion: Lunes.

Love you my darlings, see you soon xxx

Good Girls and Broken Hearts (Michael Clifford) | a.uDonde viven las historias. Descúbrelo ahora