CAPITULO 28

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~NamJoon

Tu cuerpo dormía plácidamente sobre aquel sillón, tu respiración tranquila y tus cabellos revueltos, me sentía satisfecho pero a la vez era inevitable no sentir una sensación de vacío.

~¿Qué haría si ya no podría verte de esta manera?

Después de hacer el amor, todo rendido y agitado, sin poder escuchar tus gemidos pidiendo más, sin tus uñas arañando mi espalda, sin los besos que dejabas en mi cuello.

~¿Qué haría sin momentos como este?

Me hiciste tan dependiente a ti, que imaginarme estar sin alguien como tu, me es asfixiante.

~¿Que me has hecho Seokjin?

Por qué ahora estoy aquí, solo admirando tu sueño mientras decido ahogarme en licor para tratar al menos de sacar los celos de mi.

Y tú... Solo duermes, cuando yo trato de deshacer mis estúpidas teorías, porque son eso ¿Verdad?. Prefiero creer que estoy loco, que estoy enfermo de celos y que tú jamás serías capaz.

~ Capaz de dejarme solo

—¿NamJoonie?...— te remueves y me miras somnoliento, te enderezas haciendo caer la sábana que cubría tu cuerpo aún desnudo.

— Duerme, mañana tienes trabajo.— digo con una sonrisa.

— Pero yo quiero que duermas conmigo.— te levantas de aquel sillón y caminas hacia mi, te sientas a horcajadas mío y me abrazas.

— Hace frío, tápate.

— Eres muy cruel.

— ¿Yo? ¿Porque?.

— Hace mucho frío y me dejas solo con una miseria de sábana, en aquel sillón.

Me río y llevo mis manos para abrazarte aun más fuerte.—Lo siento.

— Llévame a la alcoba NamJoonie...

Tenías ese poder, podías hacerme sonreír cuando se te plazca y eso hacia que olvide todo y vuelva a sentir que soy feliz. Por qué quiero más momentos así.

— No lo sé.— bromeó.— ya estás muy pesado.

— ¡No es cierto!.— dices aferrandote más a mi cuerpo.— llévame NamJoonie... Por favor, no tengo fuerzas.— hablas con sueño aferrando tus manos a mi cuello y tus piernas colgando a los costados de mi cadera.

— Kim SeokJin... Eres un bebé.— me levanté de aquella silla y te sostuve por las piernas.

Apenas agarré aquella sábana que te cubría antes y te cubro un poco más ahora. Nos llevo a nuestra habitación mientras cantas somnoliento en mi cuello. Cuánto llego a la cama nos acuesto en ella, estabas más dormido que despierto así que era difícil cubrirnos adecuadamente.

Cuando me acomodo a tu lado no esperas mucho para abrazarme nuevamente y me sentía completo, si hacía frío, pero contigo todo era cálido. Y el sueño poco a poco nos consumía.

— Nam...

— Dime...

— Prométeme algo...

— Que es...

— Prométeme que jamás olvidarás lo mucho que te amo...

lo prometo.

— Grácias...

— Y tu prométeme... Que jamás dejarás de amarme...

~Pero no hubo respuesta.

Tu almohada (NamJin) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora