V e i n t e

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— Palabras —

Salió por la puerta una vez sus manos dejaron de templar.

¿Qué había hecho? ¿Por qué? Él...

Su cabeza dolía, producto del enojo, y es que faltaban palabras que pudieran describir a la perfección la rabia que sintió al ver las sucias garras del tigre sobre él. Incluso más que ver una botella llena de sangre de algún pobre diablo de su misma especie cayendo a sus pies, cosa que ni siquiera le generó una mínima emoción.

Algo sorprendente, ya que si las circunstancias hubieran sido otras habría hecho un escándalo terrible por aquella maldita botella de cristal.

Se llevó una mano al pecho sólo para verificar que su corazón no se saldría, o en su defecto no se detuviera; su adrenalina fue tal, que había olvidado casi por completo el insoportable dolor de tobillo que tenía. Pero, de manera cómica al recordarlo sintió nuevamente aquella punzada que ardía fervientemente en dicho lugar. Ahora se sentía indefenso y confundido, su cabeza era un lió, bombardeada constantemente por millones de rápidos y hasta triviales pensamientos que no le dejaban actuar con casi nada de claridad, ni siquiera sabía cómo es que estaba de pie.

La puerta detrás se abrió lentamente, acabando con el único escudo entre el suelo y él, sin embargo, nada tonto, supo sostenerse de la pared y el marco de la puerta antes de poder enfrentar aquellos grandes ojos grises.

—Había unas cuantas vendas en el cajón—anunció con un tono más suave de lo habitual, señalando con el pulgar el cuarto detrás—, creo que eran para el disfraz de Helen.

—Me alegra—respondió aún con la cabeza gacha—, no había encontrado nada.

Sin preguntar (como normalmente habría hecho) o hacer cualquier comentario referente a Louis, decidió agacharse en signo de que el más bajo podía apoyarse en él; Louis lo comprendió a la perfección, el dolor era terrible, realmente terrible, sin embargo, suavizó su mirada para no generar dudas en el menor.

—Tu tobillo aún está rot-

—¿Y exactamente qué esperabas?—interrumpió con fastidio, empezando a avanzar al paso lento del lobo—¿que me quedara a ver cómo te destrozaba la espalda, idiota?

Sonrió ante el comentario y casi por instinto negó con la cabeza—Gracias, Louis, pero-

—Por favor, ya cállate—le dijo interrumpiéndolo una vez más, no estaba enojado, más bien estaba apenado por todo—.

Legoshi captó el mensaje y terminó por asentir y mantenerse en silencio. Su cabeza también era un lío, pero, él ya estaba casi acostumbrado.

(...)

—Ustedes dos son unos pedazos de mier-

—¡Ya dijimos que lo sentíamos!—replicó el tigre haciendo que la ira del contrario sólo aumentara—

—No vuelvas a interrumpirme, Bill—amenazó apuntalándole con su dedo—, y sí, escuché sus patéticas disculpas la primera vez, ¿pero saben qué?

Ni siquiera se atrevieron a contestar.

Bufo y se cruzó de brazos tratando de calmarse—Deben agradecer que la obra salió casi ilesa—los dos carnívoros delante le miraban atentos—, de lo contrario les juro que los hubiera asesinado.

El rostro de Legoshi casi lo obligó a relajar su semblante.

—¿Y qué hay de la botella?—cuestionó el lobo en tono inocente, pero con toda la mala intención del mundo, jactándose de ver a Bill muerto de vergüenza—

𝘾𝙖𝙘𝙚𝙧𝙞́𝙖 | 𝗟𝗼𝘂𝗶𝘀 × 𝗟𝗲𝗴𝗼𝘀𝗵𝗶 | 𝗕𝗲𝗮𝘀𝘁𝗮𝗿𝘀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora