𝘾𝙖𝙘𝙚𝙧𝙞́𝙖 | 𝗟𝗼𝘂𝗶𝘀 × 𝗟𝗲𝗴𝗼𝘀𝗵𝗶 | 𝗕𝗲𝗮𝘀𝘁𝗮𝗿𝘀

V e i n t i n u e v e

— Final feliz —

Legoshi lo miró ciertamente confundido, aunque entendía perfectamente el por qué de esa pregunta temía profundamente cometer un error.

—¿Garras?—preguntó tratando de sonar confundido y aunque realmente lo estaba, no era ese tipo de confusión—

Miró al lobo tratando de no estudiar su gesto—Ya sabes...—susurró casi sin fuerza—lo mencionaste hace un tiempo.

Legoshi sintió un frío abrazador que lo mantuvo quieto, sellando sus labios, confundido de si eso era por el miedo de finalmente enfrentarse a la verdad o si era un mecanismo de defensa para impedir que dijera alguna estupidez.

Todo lo que pudo hacer fue inclinar la cabeza levemente en signo de duda.

—Cuando me... atacaron—continuó el ciervo al captar perfectamente el mensaje—él me clavó las garras en el brazo.

—Louis...—murmuró en un tono suave, pero no por ser cariñoso con el doloroso recuerdo sino más bien para ser más piadoso con su propia culpa—

—No lo había mencionado antes—finalizó ambién en un tono suave, mirando atento al carnívoro—.

Él sabía perfectamente a dónde quería llegar con esas preguntas.
Sabía que Louis sospechaba algo.

¿Y si todo aquello en lo que había pensado era verdad?

Un carnívoro y un herbívoro en una relación formal.

Una ridiculez.

Comenzó a sentirse mal por todo lo que estaba por pasar. Sabía que no tendría derecho a decirle absolutamente nada al joven que estaba por destruir.

¿Y aún así lo amaba?

¿Él había conducido a Louis a amarlo?
¿Él lo había obligado? ¿Lo estaba manipulando?

Sostuvo la pesada mirada de Louis siendo consiente de que la suya se hacía más pesada cada vez.

—¿No era eso obvio?—soltó tras unos segundos, enfermo de sus propias mentiras—

Louis estalló en carcajadas nerviosas.

—¡Sí! Era jodidamente obvio—exclamó dando unos pasos hacia atrás llevándose las manos a la cabeza—¿Cómo pude pensar algo así?

Sus ojos comenzaban a brillar y no era por felicidad.
Se llenaban de agua poco a poco.

El lobo sintió como una daga afilada y certera atravesaba su corazón con una agobiante lentitud que lo esclavizaba una vez más; su mente caía presa de los miles de pensamientos que creía había dejado atrás. Pero él seguía ahí, con una expresión indescifrable viendo con vergüenza cómo su novio se culpaba por él.

—Debía saberlo, no eres ningún idiota—continuó Louis con una voz que estaba a segundos de quebrarse por completo—, yo fui un idiota, Legoshi, un completo imbécil.

Estaba cansado, estresado y ahora arrepentido.

Se había encorvado por la pena, sentía que no podría mirar al lobo de nuevo, creía que él estaría molesto con él.

Louis quería vomitar.

Estaba al borde de las lágrimas cuando sintió unos firmes y grandes brazos rodearlo con delicadeza.

Abrió los ojos con algo de sorpresa, pero rápidamente se dejó cubrir por Legoshi mientras se aferraba a su pecho como si fuera su única salvación y parecía que así lo era.

—No eres ningún idiota, Lou—exclamó él lobo llenando el corazón del más bajo—.

Louis amaba eso de él.