𝘾𝙖𝙘𝙚𝙧𝙞́𝙖 | 𝗟𝗼𝘂𝗶𝘀 × 𝗟𝗲𝗴𝗼𝘀𝗵𝗶 | 𝗕𝗲𝗮𝘀𝘁𝗮𝗿𝘀

s e i s

— Ya lo sé —

El ensayo terminó, Louis se sentía algo cansado. Estaba en su habitación, sentado a la esquina de la cama, sosteniendo con una mano temblorosa su lastimado tobillo. Sus ojos estaban cristalinos, pero se forzaba para no llorar.

Los recuerdos de aquella noche le golpearon de sorpresa.

Recordaba el dolor provocado por las garras de aquel carnívoro penetrando su brazo, su aliento igual de agitando y su cuerpo sobre el suyo. Recordaba el terror que sintió, pero también recordaba con vergüenza un débil sentimiento de resignación. Un tenue pensamiento de completo desinterés por su vida.

Se levantó, vacilando pero se levantó.
Tenía rondas que hacer a la media noche.
Se miró por última vez al espejo.

—Que patético—dijo a su reflejo tomando su teléfono—

(...)

Legoshi y Jack iban a paso lento por los enormes y casi oscuros pasillos de la academia. Sus clases habían terminado y se disponían a volver a su habitación.

—Entonces, Legoshi—inició el menor de los caninos, llamando la atención del contrario—¿cómo están las cosas?

—¡Oh! La obra va bien, la verdad, Louis y los demás son muy buenos.

Jack soltó una pequeña risita—Me refería a ti.

—Ah, cierto—río levemente—pues... he estado muy... normal.

—¿Ah sí?—dudó el canino, haciendo su caminar más lento—has estado algo distante últimamente...

—Sí, lo lamento, es por la obra—rascó su nuca con pena—, y no me he sentido muy bien.

—¿Por qué?—Jack se detuvo—¿hay algo que quieras decirme?

Legoshi ladeó la cabeza con algo de duda—¿A qué te refieres?

—Ya sabes, no te sientes bien, haz estado ido toda la semana... creo que hay algo que estás ocultando.

Legoshi sintió temor, ¿a caso sabía lo que había hecho? ¿cómo podía? ¿alguien le había dicho? ¿Louis había hablado?. Trató de calmarse, miró a otro lado y siguió caminando lento.

—N-no hay nada, Jack... siempre te cuento lo que me pasa...

Jack frunció el ceño levemente—¡Oh, vamos, Legoshi! Sé que te pasa algo.

El más bajo de los dos le tomó por la cola haciendo que el lobo se detuviera en seco.

—¿Qué te pasa?—titubeó el lobo—

—¡Ya dime!—insistió una vez más—

Los nervios de Legoshi estaban más alterados cada segundo.

Suspiró y miró a su amigo—Sí, Jack, tienes razón, no sé cómo lo supiste ¡Pero puedo explicarte!

Jack sonrió y echo a reír.

—¡Sabía que estabas enamorado!

Legoshi pegó un brinco, había quedado como idiota.

—¿Eh?—se acercó a su amigo—¡Eh, sí, sí! Es eso.

—¿Quién es?, ¿La conozco?—preguntó rápidamente el labrador acercándose también—¿De qué grado es?

Legoshi alzó los hombros—No puedo decírtelo...

—¿Por qué no?—Jack bajo las orejas—¿No confías en mi?

—¡Claro que lo hago! Solo...—miró a otro lado y empezó a caminar seguido de su amigo—no sé si me gusta, ¿sabes?