t r e c e

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¿Qué hago?

Legoshi de pronto se sintió más seguro.
Por otro lado, Louis, estaba secretamente extrañando.

¿A él que demonios le importaba quién acosara al pulgoso ese?

Según él, no debía importarle.

—¿Tienes que meterte en todo lo que hago, cuernos?—cuestionó la mangosta con notable enfado—Solo estábamos jugando.

—A mí no me parecido que jugaran, honestamente—dijo caminando tranquilamente hasta quedar frente al lobo—pero da igual. La obra será dentro de poco, pulgoso, ¿cómo van con la escenografía?

Legoshi estaba procesando aquello.
Louis lo había defendido frente a todo el club y encima le había vuelto a dirigir la palabra.

—Sí—respondió secante, aún perdido en su mente—, ya nos falta poco, de hecho, íbamos para el teatro. Nos veríamos todos ahí para un último ensayo, ¿no?

Louis se tensó.
¿Cómo podía hablarle tan normal? Casi ignorando que Khai lo estaba acosando y que él le había puesto un alto frente a todo el club. ¿Qué le pasaba al lobo?

—S-sí. Un último ensayo—respondió y se dió la vuelta con rumbo a su oficina—. Los quiero a todos ahí.

Como era de costumbre en él, se fue acaparando todas las miradas sin decir una palabra más. Abrió la puerta y se metió a su oficina cerrando la puerta con fastidio.

—Te defendí, imbécil—exclamó sentándose en si silla—, un maldito gracias habría bastado—se calló y medito un segundo—más bien, ¿Qué mierda fuí hacer?

Se detuvo a pensar.

Tanto tiempo teniendo el control, pues, siempre tenía al lobo comiendo de su mano.
O al menos eso creía, ya que basto con una leve rabieta del carnívoro para que él comenzara a extrañar sus estupideces, aquel sentido de liderazgo y superioridad que le daba, los insultos y hasta saliera a defenderlo de lo que quizá era una estúpida pelea de amigos.

Estaba perdiendo, perdiéndose en los instintos que tanto tiempo había reprimido. Estaba cediendo ante su inútil naturaleza de herbívoro, dándole el control a los carnívoros.

Es curiosidad—pensó—es que eres tan raro que me generas curiosidad.

Y si hipotéticamente hablando, realmente fuera curiosidad, ¿por qué no se aburría? Como era natural en él, con el tiempo de investigar o seguir alguna cosa o a alguien que le generara curiosidad, se terminaba aburriendo y buscando otra cosa con la que mantener su mente ocupada.

Pero aquel lobo ya había superado ese límite de tiempo. Y aquello le preocupaba.

(…)

—Y luego regresó a su oficina, no le puse mucho cuidado, es decir estamos enfadados—exclamó con tranquilidad mirando los pequeños zapatitos de la conejita que lo miraba interesada—.

—¿Enfadados? No me dijiste que estaban molestos—dijo la pequeña—

—Bueno…—dijo algo inseguro rascando su nuca—es algo personal.

—Uy—respondió Haru con una sonrisa coqueta—personal…

Legoshi saltó de su silla negando y notablemente sonrojado.

—¡Personal en el significado de que somos dos personas! Bueno, personal de privado, ¡No privado como eso! Privado de dos—se detuvo pues se dió cuenta de lo idiota que se escuchó y de lo extrañamente enamorado que sonó—, olvídalo.

𝘾𝙖𝙘𝙚𝙧𝙞́𝙖 | 𝗟𝗼𝘂𝗶𝘀 × 𝗟𝗲𝗴𝗼𝘀𝗵𝗶 | 𝗕𝗲𝗮𝘀𝘁𝗮𝗿𝘀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora