V e i n t i d ó s

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— Hipócrita  —

Palabras faltarían para describir el horror en los ojos del lobo, quien aún era sostenido por el tigre que a diferencia de él, estaba extrañamente fascinado con la vista tan iluminada y explícita del lugar.

Unos cuantos puestos iluminados de manera tradicional, algunos con lámparas de aceite otros con bombillas amarillentas y viejas anunciados por letreros desgastados y May pintados de mandara recibían a cientos de carnívoros de todas las especies y tamaños existentes en la ciudad. Algunos sentados en pequeñas y mal hechas bancas de madera y otros parados sin más.

Sin duda, era un lugar menos amenazante de los que esperaba, no obstante, eso no lo quitaba el asco y el miedo.

—¡Por fin llegamos!—exclamó Bill alzando los brazos dejando caer al Lobo bruscamente al suelo—

—¡Oye!—reclamó el águila ayudando al canino a ponerse de pie—relájate, amigo tenemos dos horas.

—¿U-ustedes re-realmente planean..?—balbuceó el segundo más alto tomando su estómago, ya que sentía que en cualquier momento iba a vomitar—

Bill se giró bruscamente con una mirada casi indignada que fue rápidamente imitada por los otros dos carnívoros.

—No, no, no otra vez, idiota—protestó molesto—ya me lo hiciste en la jodida obra, ahora tengo al odioso del cuernos en el cuello.

Legoshi apretó los puños ante el comentario.

—Tiene razón, Legoshi—apoyó Aoba calmando al lobo—, debes relajarte.

—¿Relajarme? ¿Cómo pueden decir algo como eso?—replicó en tono irritado, sentía que la sangre comenzaba a calentarse y la ira poco a poco se hacia presente—no puedo creer que se tomen algo como esto a la ligera, ¿qué hay de Dom? ¿Cómo lo verán a la cara después de esto? ¿Y Tem? ¿Las flores que le dejaron fueron sólo una mentira?

Aoba se quedó en completo silencio ante la mención.

—Escucha, señor moral—habló de nuevo el tigre—, la sociedad como la conocemos existe sólo por lugares como este, ¿tú crees que un carnívoro puede ignorar lo que es y simplemente comer plantas?—el contrario estaba por hablar pero el mayor lo detuvo—¡Nos volveríamos locos! Necesitamos carne para mantener esos instintos a raya y no lastimar a nadie, Legoshi, ¡Abre los malditos ojos!

—¡Eres un completo tonto, Bill!—replicó con enfado—

—No quieras hacerte el ángel, Legoshi—replicó entrecerrando los ojos con enojo—la sangre de ciervo... ¿cómo pudiste olerla? ¿No será que ya la habías probado?

El lobo se tensó ante el comentario y su ira se tornó en vergüenza en menos de un segundo, dándole la inmediata victoria al tigre quien sonrió orgulloso.

—Aoba...

—Escucha, amigo, si estuviéramos en la academia estaría de tu lado pero... Bill tiene mucha razón.

—¿Ustedes... comerán carne?—balbuceo una vez más con la mirada pegada al suelo—

—¿Qué clase de pregunta es esa?—se mofó Bill con arrogancia, pero igualmente divertido, ignorando su ira—¿no viste la calle principal? Vamos, amigo, no puedes negarte así.

Tao le colocó una mano en el pecho en señal de que debía callarse debido a su falta de tacto y se acercó al lobo.

—Si ni te sientes cómodo, puedes esperarnos en el parque o algo—sonrió tratando de soñar amable—.

𝘾𝙖𝙘𝙚𝙧𝙞́𝙖 | 𝗟𝗼𝘂𝗶𝘀 × 𝗟𝗲𝗴𝗼𝘀𝗵𝗶 | 𝗕𝗲𝗮𝘀𝘁𝗮𝗿𝘀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora