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— Instinto animal —

El manto de la noche hace horas que había caído, mientras, él rascaba sus ojos constantemente en un inútil intento de ahuyentar el sueño. Se percató de su ineficiencia una vez un suave bostezo se escapó de su hocico.  Legoshi caminaba de lado a lado tratando de sentirse con más energía, sentía miedo, miedo de que los descubrieran.

¿Qué era lo peor que podía pasar? Una suspensión tal vez, quizá un castigo peor si los atrapaban a esas horas en el teatro; él jamás se metía en problemas, ni estaba cerca de ellos, no por nada tenía un historial limpio eso, y su propia idiosincrasia, pero, Louis le había pedido (más bien ordenado) que los acompañara a él y a Zoe para vigilar. Él no quería pisarle la cola al León desafiando el toque de queda, pero, Louis había desarrollado una especie de confianza hacia el lobo, o al menos eso es lo que él pensaba, además, la obra estaba a las puertas y con la muerte de Tem alguien debía sustituirlo, y ese mismo era Zoe, que por lo visto, tenía mucho que aprender.

Le parecía fascinante el aprecio y la dedicación que un estudiante como Louis le tenía a la obra, sin duda estaba poniendo todos su esfuerzos en ella y eso y el hecho de que el ciervo el literalmente la estrella de la escuela, hizo que Legoshi aceptara casi sin vacilar; ya tenía ahí más o menos unos treinta minutos, Zoe debía ser una cabra muy torpe o Louis muy exagerado.

—No—pensó el lobo dando vueltas por ahí—solo quiere que todo sea perfecto.

Tenía mucho sueño, quería irse, pero, había un asesino suelto en el instituto y era de noche (muy noche), no podía dejar solos a dos herbívoros que habían confiando en él para vigilar, sin mencionar que Louis se pondría furioso si lo dejaba solo, así que solo se sentó a las puertas del teatro.

Puso sus codos encima de cada rodilla y sujetó su cabeza con las manos, sus ojos estaban la mitad de abiertos. Miró la fuente, le parecía bonita pero a la luz de la luna se veía algo tétrica, posó su mirada más lejos, viendo los árboles detrás, sintiendo algo de curiosidad por descubrir qué podía pasar en la obscuridad.
Se giró un momento para ver hacia el teatro, pero nadie abría la puerta.

El sonido de pasos en la cercanía alertaron al joven lobo que paró las orejas levantándose y adoptando una postura erguida y así poder ver qué pasaba. Forzó su vista lo más que pudo, hasta divisar a una figura, era algo alta pero, sin duda era más pequeña que Legoshi y más delgada, tal vez era un herbívoro, no podía ser el asesino, podía ser algo menos preocupante, un profesor, algún alumno, o incluso alguien del personal, eso no importaba, asesino o no, no podían darse el lujo de ser descubiertos o pasarlo por alto. Aquella figura estaba estática, casi no parecía un animal, más bien era como una estatua. Legoshi se arrimó detrás de un pilar tras suspirar.

—Yo debería estar durmiendo—pensó con algo de fastidio—

Estaba por abrir la puerta, hasta que un extraño olor se apoderó de sus fosas nasales y lo hizo girar, sólo vió la fuente, esta tenía un olor más cercano al moho, no como el olor que el percibía, adoptó nuevamente la postura que tenía antes de levantarse y bajó un escalón. Ahí fue cuando se dió cuenta, el olor no provenía de la fuente, sino de la figura detrás de esta, aquella delgada figura que parecía ser tan frágil como un muñeco de porcelana.

Hambre

Se giró dándole la cara a la "estatua".
Sentía que la cabeza le daba vueltas, no podía mirar aquel ser sin pensar cuál sería su sabor.

¿Sabor?

Sacudió su cabeza tratando de ahuyentar aquel enfermizo pensamiento, pero, le era muy difícil, no es que Legoshi se sintiera muy culpable de pensar aquello. En serio que quería moverse, pero no podía, quería ir y avisarle a Louis y Zoe, pero no se movía.

𝘾𝙖𝙘𝙚𝙧𝙞́𝙖 | 𝗟𝗼𝘂𝗶𝘀 × 𝗟𝗲𝗴𝗼𝘀𝗵𝗶 | 𝗕𝗲𝗮𝘀𝘁𝗮𝗿𝘀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora