n u e v e

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estrellas

El rocío de la noche mojaba levemente los pequeños pelos en su rostro, él miraba el cielo sin expresión alguna en el rostro.
Su tobillo estaba sobre su pierna, así podía tomarlo suavemente con sus manos.

Si hubiera sido cuidadoso—pensó con enfado—no me estaría quejando ahora.

Louis era muy estricto con todo el mundo, incluso, con él mismo.

Miró su reloj y frunció el ceño.

—Si lo estás haciendo a propósito para no toparte conmigo—exclamó en un susurro—, mañana serás mi abrigo, perro estúpido.

Las doce con cinco.

Se rascó la cara con enfado—Ni siquiera sé por qué estoy aquí—volvió a decir—, no me tiene que importar si va bien o va mal, es un idota, de todos modos no será alguien en la vida.

Se cruzó de brazos sentándose mejor.

—Pero, realmente quiero saber—pausó y tragó saliva—, si tú…

Se levantó algo enojado.

—¿Qué estoy diciendo?—miró a los lados ya que aquello lo había dicho algo alto—, un tipo como él no podría interesarse en una chica como ella, ¿no?

—¿Dijiste algo?—aquella voz le sacó un susto haciéndolo brincar, cosa que para el carnívoro fue graciosa—

—¡Idiota!—regañó con una mano en el pecho—

Él sonrió con pena—Disculpa, Louis.

—Exactamente ¿por qué te estás disculpando? ¿por llegar tarde o por asustarme?—replicó con molestia—

—¿Ambas?—alzó los hombros y puso su mejor puchero—

Suspiró con fastidio—Olvídalo.

—Así que… ¿vas a ayudarme?—preguntó con timidez mostrándole su libro al ciervo—

—Siéntate—respondió cortante arrebatando el libro de las manos del más alto, quién como un niño acató las órdenes—

Louis se sentó y abrió el libro sin decir nada.

—Antes de empezar, quiero preguntarte algo—exclamó ahora en un tono sereno—.

Alzó las orejas con algo de intriga—Claro, dime.

—Es sobre, la chica que te gusta—miró a los ojos al lobo, el cual parecía algo incómodo—, nunca me dijiste de quién se trataba.

—Escucha, Louis—estaba muy nervioso, tratando de ganar tiempo para inventarse algo coherente y así enterrar ese asunto—, sobre eso… ella y yo… bueno yo realmente…

—Habla bien o voy a golpearte con el libro—amenazó el más bajo con algo de impaciencia—

—¡No me gusta! ¡Ya no me gusta! Es todo—dijo algo desesperado, casi gritando—

El ciervo se abalanzó a el colocando la mano en su hocico para callarlo.
Ambos se cayeron al suelo, Louis sobre Legoshi.

—Ok, entiendo, ¡no tienes que gritarlo, estúpido!—regañó susurrando—

Legoshi casi se muere al sentir el delicado cuerpo del ciervo sobre él.

—Como sea, entiendo que ya no la quieras y toda esa mierda sentimental—dijo quitando la mano de la boca del contrario—, eso no contesta mi pregunta.

—¿Cómo?

El ciervo le miró algo enojado.

—Bueno…—ahora si estaba muerto, ¿Qué maldito nombre podía decir?—e-es una historia muy tonta, dudo que quieras…

𝘾𝙖𝙘𝙚𝙧𝙞́𝙖 | 𝗟𝗼𝘂𝗶𝘀 × 𝗟𝗲𝗴𝗼𝘀𝗵𝗶 | 𝗕𝗲𝗮𝘀𝘁𝗮𝗿𝘀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora