Almuerzo.

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Papeles y más papeles.

Su jefe y amigo, aunque ahora dudara de esto último, le había mandado a revisar y firmar documentos del CNI, mientras él patrullaba.
No le molestó mucho aceptar ese favor, prefería que su amigo estuviera fuera y le diera el aire, antes que estar encerrado aquí horas.

Por un segundo, salió de su burbuja y empezó a escuchar pasos rápidos acercándose a él.
No le dio mucha importancia y siguió firmando pero ahora más atento a lo que fuera a pasar.

Terminó unos documentos y cogió otra carpeta.
Pero entonces, y sin llamar a la puerta...

-¡Comisario bombón!
-Horacio, le he dicho más de una vez que es Volkov.

Contestó, levantando la mirada y encontrándose con sus ojos bicolor y su sonrisa radiante.
No podía negar que viniendo de él, nada le molestaba.

-Lo sé, pero me gusta llamarle así. No digo ninguna mentira.

El ruso no pudo evitar sonrojarse y eso Horacio lo vio.

-¿Q-Qué quería?

Tartamudeó y eso hizo más feliz al menor.

-Gustabo me ha abandonado, se ha ido con el Super a comer y no quiero comer solo. ¿Quiere comer conmigo?- preguntó con falsa inocencia.
-Me encantaría pero tengo mucho trabajo.
-No hay problema.

Y nada más decir eso desapareció corriendo.
El mayor sonrió levemente, negó con la cabeza y suspiró para después continuar con sus documentos.

Pero su paz no duró mucho; su puerta se volvió a abrir sin avisar.

-Supuse que tendría trabajo, así que he comprado comida. Espero que le gusten las hamburguesas del McDonald's.

Dijo, enseñando dos bolsas para llevar de dicho establecimiento.

-De hecho, me encantan.
-¡Genial! Tome, no tendrá ninguna alergia, ¿no?
-Ninguna, como un roble.
-Ya, ya...- dijo con una pequeña sonrisa.

Su superior rió levemente y entre los dos hicieron hueco en la mesa para poder disfrutar de la comida.

El mayor no podía evitar sonreír con él.
Y el menor no podía evitar querer sacarle sonrisas.

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