Brown.

1.1K 64 11
                                    

+18

Los cuatro se encontraban en el despacho. Los mayores regañaban a los subinspectores y parejas.

-¿¡Pero cómo se os ocurre!?

Gritaba el más mayor.

-Se lo merecía.
-Horacio.
-Es la verdad, Volkov. Nos creas o no.
-¿Y era necesario apuñalarle? ¡Tenéis el mismo rango!

Miró ahora a su pareja.

-Me la suda que tengamos el mismo rango. Es un gilipollas.

La pareja se miraba fijamente; uno enfadado con su pareja por no creerle y el otro rabioso porque no sabía cómo salvar a su pareja de esto. Ni a su pareja ni a su amigo.

Derrotado, se dejó caer en su silla, quitándose las gafas y pasándose las manos por la cara.

Volkov miraba a Horacio enfadado y decepcionado. Horacio le miraba pidiéndole perdón con la mirada.

-Jack...

Le llamó su pareja, con voz suave; el nombrado suspiró.

-Sé que el subinspector Brown es un gilipollas. Lo sé, trabajo con él...

Los miró, con ojos cansados. Gustabo empezó a sentirse mal.

-Lo sentimos.
-No, no lo sentís.

Se miraron y Gustabo no pudo evitar una media sonrisa, que hizo suspirar a su pareja.

-No lo sentís, porque la próxima vez que os toque las narices, le volveréis a hacer algo.
-Si se lo merece...
-¡Horacio!
-¿Qué, Vik? No me lo niegues.

El mayor suspiró.

-Ya hablaremos en casa.
-Sí, ya hablaremos.

Respondió con una sonrisa divertida.

-Que vomito.
-Envidioso.

Susurró su amigo.

-Cabrón.
-Capullos.

Dijo más alto Conway. Le miraron.

-¿Qué hago con vosotros? ¿Eh? Dime. ¡Dime! ¡Porque no puedo más!
-Conway, el corazón.
-Horacio, no me toques los cojones.
-Encima que miro por su salud.
-Se acabó, vámonos. Yo me encargo de él.

Dijo Volkov sujetando el brazo de su pareja y haciendo que se levantara y salieran del despacho.

-¿Me vas a dar de porrazos?
-Háblame de usted.
-Pero...
-Me has tocado bien los cojones hoy, no tienes derecho a llamarme por mi nombre.
-Pero vamos a ver. ¿Sabe lo que hizo?
-Sí, vi las cámaras. Porque sois muy inteligentes y lo hacéis al lado de comisaría.
-Bueno, pues habrá visto que fue en defensa propia.
-En defensa propia de Horacio, no tuya.
-Bueno, es lo mismo. Es mi hermano, lo que le hagan a él, me lo hacen a mí.
-Sí, eso es muy bonito.
-Gracias.
-Pero ya no sirve.
-Joder.
-Sí, joder. Porque siempre es con Brown.
-Porque Brownie nos odia.
-Tenle respeto.
-¡Él no nos tiene ninguno!
-¡Pues sed mejores que él! No caigáis tan bajo como él.

Los dos suspiraron.

-Lo siento.
-Gustabo...
-Lo siento de verdad, créame. No era nuestra intención darles estos disgustos.
-Ya, claro...

Se miraron, el menor sonrió levemente y Conway no pudo evitarlo, también sonrió.

-...no sé qué voy a hacer contigo.
-Bueno...

Dijo levantándose y acercándose lentamente a su pareja.

-...podríamos respirar hondo y relajarnos... que estamos muy tensos.

InsatiableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora