Capitulo 32.

10.4K 672 198
                                        

Celos de hurón.
←←★→→

←←★→→

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

←←★→→

—¿Puedo besarte? — preguntó el rubio teniendo su rostro cerca de ella.

La cobriza lo fulminó con la mirada.

—No— dijo secamente para después darle la espalda.

Draco suspiró rendido, habían pasado tres días desde que se sintió morir cuando vio a su novia en aquel estado. Ahora Elizabeth estaba mucho mejor, las heridas se habían curado, ya no necesitaba las vendas.

—Recuerda que tu madre llega hoy a tu casa, debes irte temprano para recibirla— susurró la cobriza cerrando los ojos.

—No quiero dejarte sola, no hay nadie en tu casa— aclaró acercándose de nuevo a ella.

Y era cierto, los Cullen se habían ido a buscar a Victoria fuera de Forks mientras que Edward se quedaba a cuidar de Elizabeth, pero en ese momento el cobrizo se encontraba muy ocupado tratando de detectar un olor desconocido de otro vampiro que al parecer los estuvo observando, por esa razón Draco estaba en la casa de los Cullen cuidando a la cobriza.

—No te preocupes, tengo que ir a cazar, no he cazado en estos días— informó con una leve mueca.

Los ojos de Elizabeth ya no tenían ese dorado que le encantaba al rubio, ahora eran de color negro, tan negro como el carbón.

—¿Estarás bien? — preguntó acariciando la fría mejilla de ella.

—Sé defenderme muy bien.

El rubio platinado solo asintió un poco convencido, no quería dejarla sola pero tampoco podía dejar a su madre esperando en la casa, se alejó de ella para recoger su mochila negra del suelo, para después acercarse con una sonrisa juguetona cuando se le ocurrió una idea.

Elizabeth lo miró confusa, trató de leer la mente del rubio, pero este tenía sus barreras muy reforzadas.

Draco se acercó rápidamente a la cobriza y sin siquiera esperarlo besó cortamente los dulces labios de su amada.

Quería seguir besándola, había extrañado sus labios, había extrañado besarla, había extrañado las emociones que sentía cuando la besaba, cuando su fría piel se mezclaba con la cálida de él, era simplemente perfecto.

Segundos después se separó dejando a una aturdida Elizabeth, corrió hacia la puerta con una sonrisa burlona.

—¡Eso es jugar sucio! — replicó molesta la cobriza.

—¡Te quiero amor!— se despidió para después desaparecer por la puerta de la habitación.

Draco tocó levemente sus labios con una sonrisa para después subir al auto de Harry, en aquello días el azabache le había enseñado a manejar después de que el rubio casi los mata cuando estuvieron a punto de atropellar a una anciana, o cuando por poco se estrellan contra un árbol.

𝐄𝐥𝐢𝐳𝐚𝐛𝐞𝐭𝐡 𝐂𝐮𝐥𝐥𝐞𝐧. [𝙳𝚛𝚊𝚌𝚘 𝙼𝚊𝚕𝚏𝚘𝚢] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora