"Cuando te ví por primera vez, supe que te amaría más que a nada. Tú te alejabas de mi, según porque 'no quieres hacerme daño'. Oh cariño ¿Acaso no te dabas cuenta que mientras más te alejabas más daño me causabas?. Él que fueras diferente no era un...
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Todo encajaba a la perfección, sus labios eran la pieza faltante de un perfecto rompecabezas, sentía que en cualquier momento se desvanecerá en sus brazos, se sentía vivo, sentía como su pecho se llenaba de alegría, nunca nadie lo había besado de esa forma.
Se inclinó más hacia ella, tomó su pequeña cintura y empezó a acariciarla, al mismo tiempo que movía sus labios con los de ella. Sentía que estaba en el mismo cielo, nunca se había sentido tan feliz en su vida, ella lo hacía feliz.
Elizabeth lo besaba teniendo todo su autocontrol puesto en ella misma, no quería perder control y terminar dañando al rubio, pero Draco se lo ponía muy difícil. La besaba como si el beso nunca tendría fin y eso era lo que quería Draco, que el beso nunca acabará.
Draco hizo el beso más intenso, haciendo que Elizabeth se sentará en sus piernas para poder besarla mejor, la cobriza rodeó sus piernas a la cintura del rubio haciendo que esté soltará un pequeño gruñido de satisfacción, sabía que si seguía así no podría parar. Elizabeth se separó del beso al notar que el rubio se estaba quedando sin aire, admiró como su rubio cabello estaba desordenado, sus mejillas tenían un leve rubor, y sus labios estaban muy rojos y algo inflamados.
—El rubor de tus mejillas es adorable — susurró, observó como el rubio tenía su respiración agitada y trataba de recuperarse.
Draco levantó su vista para mirar a su Elizabeth, porque sí, ahora ella era suya. La cobriza lo miraba curiosa tratando de averiguar lo que pensaba, el rubio levantó su mano para acariciar la fría mejilla de la cobriza, y con su otra mano la abrazo de la cintura para que ella no se bajará de sus piernas. Draco miraba los ojos dorados de Elizabeth tratando de averiguar qué era lo que pensaba, en ese momento los dos se preguntaban qué era lo que pensaba su pareja, sin tener respuesta alguna.
El rubio se acercó de nuevo a Elizabeth uniendo sus labios con los de ella de nuevo, fue moviendo sus labios sintiendo como ella le seguía el beso.
¿Cuántas noches había anhelado que este momento llegará?
Tantas veces lo había anhelado, que ahora ya no se quería separar de ella, de sus adictos labios. Ahora que sabía que ella también estaba enamorada de él, solo quería besarla hasta el cansancio.
Elizabeth Cullen era su perdición.
Ella se separó de nuevo después de unos segundos, y miró al rubio esperando que dijera algo.
—Eso significa que, ¿Estás enamorada de mí? — preguntó aún con la duda.
Elizabeth solo sonrió divertida, pues sabía que el rubio aún se encontraba aturdido por el beso. Draco se encontraba distraído, pues toda su atención se encontraba en Elizabeth y no prestaba mucha atención a su alrededor.