Capítulo 34

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Las primeras palabras de amor fueron dedicadas a ti.
Sentimientos que han existido
desde siempre.
Mis primeros logros fueron
premiados para ti.

Las estrellas forman un camino convirtiendo tus largos

brazos en mi nuevo hogar. Un hogar que he

buscado desde hace mucho.

Tus lágrimas nunca han sido
desperdiciadas,
estoy segura que reuniría cada
una de ellas.
Me atrevería a guardar  todo tu dolor.

Porque esta noche solo quiero
escribir las líneas llenas de
palabras melancólicas, quiero
que esta noche sea triste.
No tenerte me hace sentir así.

Detente un instante en el camino,
y mira todo lo que has ocasionado.

Este desastre puede ordenarse,
solo dale más tiempo.

Si hubiera sabido que no te
sentías muy bien, hubiera
detenido todo...

Solo para estar junto a ti.

Me duele no haber dicho adiós.

Me dueles ahora en invierno,
y me vas a doler igual cuando
sea primavera. Así hasta que las
estaciones se vuelvan repetitivas.

Me pregunto si pude haber hecho
algo que retrasara tu viaje a la
eternidad.
En esta tierra somos simples
mortales.

Prometo hacer que mi corazón
lata mejor, será difícil ahora que
no estás cerca.

Nunca serás reemplazada.

Tu ausencia se sentirá siempre
como manos permaneciendo tan
solo dos minutos bajo hielo, pero
aquí dentro el dolor será eterno.

Sabes que esto fue difícil para las dos...

Ahora sabré lo que sucede después de un Adiós.

***

De pronto el color negro se veía asqueroso. Los árboles ya casi y no tenían color. El cielo estaba pálido y el aire corría hacia el lado contrario de su mirada. Rouse estaba más rota que nunca, y ella ya había estado rota antes.

No quería irse de ahí, solo quería ver el cielo con el sol sin color, esconderse entre las montañas gigantes que habitaban ahí.

No ha caído ni una lágrima desde entonces, ni una sola. Tampoco a pronunciado muchas palabras, realmente no sabe cómo mostrarse ante los demás.

Al siguiente día de su llegada, tocaría despedirse de su abuela. Pero no quería despedirse, mucho menos cuando ni siquiera pudo saludar.

Jimin se había encargado de todo, y con eso hablamos de informar el lamento del que se enteraron apenas pisaron el campo. Unas horas después la familia Bayly ya estaba aquí, en sus tierras.

Rouse estaba perdida, por momentos se encontraba, por momentos no.

Cuando el señor Freddy le dijo aquellas palabras solo lo miró a los ojos y entró a casa. Se paralizó al ver a su abuela muerta, echada sobre su cama con sus viejas amigas rodeándola, acariciando sus manos y llorando su partida.

Salió de casa y se fue al lugar de siempre, donde veía el atardecer. Pero esta vez no había nada bonito, solo gris.

Permaneció ahí sentada hasta que llegaron las siete, y si era posible ella quería completar las veinticuatro horas sentada allí.

Pero él llegó.

Se sentó a su lado con mucho cuidado, tratando de no hacer mucho ruido y teniendo cuidado de no pisar mal y caer en algún lado.

¿Qué podría decir? Solo se quedó callado por unos instantes más, porque luego preguntó:

─¿Qué tanto miras?

Rouse llevaba muchas horas sentada allí, viendo la misma dirección. Jimin estaba atrás de ella, viéndola todo ese rato en silencio.

Cuando salió corriendo él la siguió, no quería dejarla sola aunque sabía que quería estarlo.

─Me imagino el amanecer.

Ahora mismo estaba amaneciendo, pero era invierno, y no había colores. Todo transcurría lento, hasta las palabras eran pronunciadas letra por letra. Pero a ni uno les disgustaba.

─Lo acabo de imaginar...

─Es lindo... ¿Cierto?

─Lo es.

─Solo imaginar...

Un silencio más. Jimin se preguntaba constantemente por qué estaba tan tranquila, sabía que le dolía, pero se preguntaba extrañamente por qué no caía ni una lágrima. Aquel detalle le parecía curioso, algo inoportuno.

─¿Podemos por favor ir con ellos? ─preguntó suavemente, posando su mano sobre la pierna de Rouse, inocentemente.

─¿Qué les dijiste?

Jimin no quería refrescar la herida, ella se veía... Neutra.

─Que la abuela falleció...

Rouse desvió la mirada por primera vez, mirando la mano de Jimin sobre su pierna. Este al notar eso la deslizó ahora apoyándose sobre el césped.

─Rouse ─acomodó su cuerpo mirando a ella─. Llorar no es malo... Sé que lo sabes.

─Lo sé.

─Estoy aquí si quieres hacerlo. Sabes que si tú lloras yo lloraré contigo.

Rouse agachó la cabeza, apretando los labios.

─Tengo que despedirme ¿Verdad?

Jimin asintió en silencio. Rouse imitó su acción sin siquiera mirarlo. Se puso de pie y caminó hasta casa, para vestirse de negro.

Después de un AdiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora