Capítulo 39

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¿Te gusta ver caer mis lágrimas?

Luego de aquella conversación, Rouse se alejó del lugar y llegó a casa, no volteó a ver a Taehyung, tampoco le importó a dónde iba. No mintió en sus palabras, porque de pronto después de las cosas que le dijo ella solo quería en verdad olvidarlo, al menos por un tiempo.

Al entrar a casa se encontró con Lorena y Jungkook, jugando con su sobrino. Le sonrieron levemente y ella solo caminó hasta su habitación. Jimin estaba dentro, sobre la cama analizando una pintura hecha por ella. Él alzó la vista, encontrándose con sus ojos, Rouse cerró la puerta y se sentó a su lado, él volvió su mirada a la pintura.

─¿Estás molesta conmigo?

─No podría...

Jimin de inmediato la miró, ella le sonrió levemente. Se lanzó a ella dejando el lienzo a un lado y llenó su rostro de escasos besos llenos de amor.

─Te amo, te amo tanto ─repetía cada que sus labios se separaban de su rostro.

Jimin le daba un amor diferente, un amor que por primera vez siente es sincero.

─No tendré más secretos, sabes todo, todo de mí, te juro que lo sabes todo ─cubrió su cuerpo con un abrazo que solo le hacía sacar sonrisas a Rouse.

─No mientas ─rio dulcemente─. Aún no sé todo de ti ─tomó su rostro y lo miró a los ojos─. Pero sé que te conoceré... Y quiero que tú también me conozcas... No mentiré en nada.

Jimin sonrió y no dudó en besarla hasta que sus labios se desgastaran, o hasta que alguien los interrumpiera. Acariciaba su cuerpo delicadamente mientras el decía lo mucho que la amaba. Él sabía que no lo amaba, pero está seguro que lo hará, y por eso se lo dice sin miedo.

Aunque Rouse se dio ese beso con Taehyung hace algunas horas, y siente el remordimiento invadir su ser, no está tan preocupada como imaginó, porque no sintió absolutamente nada al sentir sus labios. Ahora solo quiere sentir a Jimin, el que la acompañó y protegió desde momentos irremplazables.

Regresa tú...
Porque yo nunca me fui.

Jin y Regina

En el baúl de los deseos jamás cumplidos... Ahí está el mío, cuando le pedí al cielo que volvieras... Entonces luego pedí lo justo, lo que me merecía: «Desearía tenerlo aunque sea una noche más». Y ahora estás acá.

Regina llevaba un vestido negro, su cabello suelto volaba elegantemente hacia el lado del aire, era una noche oscura y corría mucho viento. Jin llevaba un traje elegante, siempre vestía elegante. Ambos caminaban al lado del otro en silencio por el campo plano. A lo lejos se veían los árboles tétricos invadiendo la oscuridad. 

Tímidamente se miraron pero luego dejaron de hacerlo en cuanto se dieron cuenta que lo hicieron al mismo tiempo. Se les escapó una sonrisa pero no se la entregaron, al contrario, trataron de esconderla.

Tres días después del entierro de la abuela, Jin buscó en la mañana a Regina, pidiéndole que se vean esa noche en el lugar que solían verse cuando eran niños. Ambas familias no superaban lo sucedido, tenían que aprender a vivir con ello. 

Caminaban hacia la colina, ahí por las noches las estrellas se sentían cerca. Y aunque Jin supo que Regina le contó a alguien más sobre aquel árbol donde le hizo creer que se sentían las nubes, supo que este secreto no se lo había dicho a nadie más. Era un secreto que agradeció haberlo compartido con ella, incluso cuando tal vez ella lo haya compartido con alguien más... No le importaba, él le seguía siendo fiel a ella, incluso ahora que no la tenía.

─Supe que ya estás casada ─sonrió, con las manos dentro del bolsillo de su saco, cubriendo sus manos del frío─. Me alegro por ti.

A Regina no le sorprendía la tranquilidad de Jin, sabe que él es así, lo conoce tantos años. Él se mostraba muy bien, aunque sabía que no lo estaba, pero ella prefería no preguntar, no por ahora.

─Él es buen chico...

─Lo quieres...

─¿Acaso tú...

Llegaron a la cima de la colina y Regina pudo visualizar la manta extendida en el suelo, sobre ella una canasta de picnic, y al lado un telescopio ya armado y listo para ser usado. Estas eran las citas que Jin siempre planeaba cuando eran jóvenes, aquí las conversaciones eran eternas y los sentimientos no tenían por qué ser ocultados.

Regina seguía sorprendida por lo que veían sus ojos, sin duda alguna Rouse no se confundía con sus palabras. Ella no merecía a Jin. Sus ojos se llenaron de lágrimas y la nostalgia la invadió.

─No quería hacerte llorar.

Jin tomó du dedo índice de la mano derecha y lo sostuvo con ternura, segundos después Regina puso sus brazos alrededor de su cuello, Jin la abrazó de la cintura y permanecieron en silencio por unos instantes.

─Todas las noches me preguntaba por qué me hiciste todo eso... Me di cuenta de muchas cosas. Y está más que claro que lo que me dolió aún más fue lo que me hiciste con mi hermano ─admitió Jin, ahogando su llanto─. Pero a él ya lo perdoné, es mi hermano... Y también quiero perdonarte a ti... Aunque no hayas pedido perdón... Porque eres el amor de mi vida, Regina. No podré amar a nadie más... A nadie.

Después de un AdiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora