Capítulo 33

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El viaje transcurrió lento y calmado, ambos iban tomados de la mano en silencio, acompañándose el uno al otro con una dulce sonrisa. Jimin al lado de la ventana descubriendo campos que jamás antes había visto, viendo el atardecer caer conforme se alejaba de este. La tenía a ella a su lado, y se sentía bien ver la bella naturaleza y voltear a ver a aquella bella mujer.

Las horas pasaron y llegaron felices, sobre todo Rouse porque por fin podría ir a ver a su abuela. Nadie tenía ni idea de cómo la extrañaba, extrañaba su voz, sus abrazos, y a lo lejos; también extrañaba su comida. Jimin quería asegurarse de darle esos momentos fugaces llenos de felicidad, porque aquel sentimiento no era permanente y se desvanecía cuando menos lo imaginaba. Pero le gustaba verla así, como una niña yendo al parque, una niña que recibió un caramelo. Le gustaba verla feliz, emocionada e inocente.

Ambos llegaron al campo, de la mano. Rouse le sonreía dulcemente, en ningún momento dejó de hacerlo. Y él cada que la veía recordaba los días extraños, los días en los que apenas y descubría que le gustaba ella. Aún no logra entender cómo es que pudo enamorarse de alguien que no lograba ni mirarlo siquiera antes.

Tocó la puerta un par de veces pero nadie abría, se preguntaba por qué. Insistió un par de veces más e incluso trató de ver por las ventanas, pero estas estaban cerradas, las cortinas igual.

De pronto un señor se le acerca a Jimin y pregunta qué desea, no lo conoce, pero a Rouse sí.

Se trataba del señor Freddy, el carpintero, no era tan anciano, en realidad tendría casi la misma edad que su padre tal vez.

Rouse se acercó a saludarlo en cuanto lo vio, estaba tan emocionada de poder ver a la gente que la vio crecer. Y aunque el señor Freddy trataba de mostrarse también emocionado, no podía fingir que lo estaba. Sabía que ella no estaba al tanto de lo que apenas y había ocurrido una noche anterior.

─Hemos intentado comunicarnos contigo, pero no teníamos respuestas. Me alegra saber que estás aquí, y no sé si sea por obra del destino pero en verdad me alegra que estés aquí.

Rouse estaba confundida, y era notorio. El señor Freddy empezó a sollozar y ella no sabía cómo responder o qué hacer. Así que solo escuchó sus palabras.

─Ayer falleció tu abuela... Hoy es su entierro.

Después de un AdiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora