Un silencio se produjo entre ellos. Lo único que se escuchaba era el movimiento del mar y el murmullo de las aves cantando.
─Entiendo...
─Era mi único amigo en el campo. Él me enseñó a hacer esto... ─lo miró pero él no la miraba─. Pero ahora quiero hacerlo sólo contigo... Tengo.
La miró y ella ya le sonreía. ¿Cómo hacía Rouse para descontrolar su corazón con tan solo una mirada de segundos? ¿Por qué tiene que gustarle ella?
─Vámonos, ya es tarde ─caminó, dejándolo solo.
Siguió sus pasos a pesar de que quería hablar en este atardecer, tomar su mano y caminar juntos como... Como si sintieran amor el uno al otro.
Pero no había ningún sentimiento, no por parte de ella. Aún no.
***
─¿Lo dices en serio? ─gritó feliz.
─¿Cómo bromearía con algo así?
Miró todo el departamento, analizando desde los detalles de las paredes hasta el suelo.
─Muchas gracias, tía Lord ─corrió hacia ella y le dio un abrazo.
Era el departamento más lindo que le habían regalado.
─Mañana iremos a la tienda para que escojas los muebles.
Ya había tregua. Por fin recuperaron su relación anterior, esa en la que no sólo era tía y sobrina, sino también amistad de familia.
***
─¿Tenías un departamento y nunca lo supe? ─preguntó ofendida.
─Nunca preguntaste ─rio─. Además, creo que es obvio, soy mayor que tú.
─Pensé que seguías viviendo con tus padres...
─No lo hago desde hace cuatro años.
Caminaban por los pasillos de la universidad. Ya había pasado cuatro semanas desde los parciales. Todo había ido de maravilla.
─Me llevarás ¿Verdad?
─Tengo un departamento, no un auto, Jimin.
Él rio.
─Vale, yo te invito a almorzar.
***
─¡Cuidado!
Corrió hacia la perilla de la cocina y la apagó de inmediato antes de que el fuego rozara con el detector de incendios.
Rieron con nerviosismo en cuanto se dieron cuenta que podrían haber incendiado el departamento.
─Te dije que era mejor comprar comida.
─Pero yo quería cocinar... Además, es mucho mejor la comida casera que la comida de restaurante.
─En eso tienes razón ─apoyó Jimin─. Pero ya ves lo que casi hacemos ─rio, viendo el desastre de la cocina.
─¿Aún quieres ordenar comida china? ─preguntó de manera tierna.
Él asintió efusivamente alegre, la comida era alegría.
***
Decidieron ver una película luego de comer tres platillos culturales. Sentados juntos, tapados con la misma manta pero sin rozar si quiera los pies. Porque ambos eran muy conscientes, sobre todo Rouse, que si había algún acto de cercanía, él podría confundirlo y pensar que ya siente algo por él.
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Después de un Adiós
Fiksi PenggemarJimin y Rouse se reencuentran y vuelven a ser amigos. Reviven una historia ya escrita en un libro anterior, esta vez con papeles invertidos.