Regina estaba sentada sobre la silla de la cocina, aquel lugar que no visitaba desde hace mucho. Sobre sus piernas se encontraba su sobrino sonriendo inocentemente en un momento lleno de tristeza; él no tenía la culpa de nada.
Le sonrió escasamente, haciendo que el niño sonría aún más. De pronto los recuerdos llegaron a la cabeza de Regina, no solo con su abuela, sino también con ello todos los momentos que vivió aquí.
Su abuela era muy apreciada, a pesar de haberse alejado por mucho tiempo... Incluso en sus planes estaba el de volver aquí y pasar tiempo con ella, pero el tiempo no le ayudó mucho.
Salió de casa con el pequeño poniéndolo de pie pero sin soltarlo de sus dos manitas, estaba aprendiendo a caminar. Nunca fue tan cercano a él, no pasaba mucho tiempo con su familia.
Le dolía saber que no tendría hijos con él.
Estando afuera segundos después decidió que era mejor llevarlo en sus brazos. El suelo estaba húmedo a causa del frío, pero no había llovido. En el cielo gris el pequeño vio una mariposa, la señaló. Regina también lo vio y decidieron seguirla, se posicionó sobre una rama sin hojas.
─Es bueno ver algo de color.
Regina volteó hacia atrás, de donde provenía aquella voz. Se quedó atónita al ver de quién se trataba. Sobre todo porque no lo veía desde hace tiempo, lo extrañó todos estos días.
─Jin...
─Él es el hijo de Lorena, ¿Verdad?
Regina asintió, Jin estiró levemente las manos hacia el niño, el cual se lanzó hacia él animadamente, siempre se ha sentido su buen aura.
Desde el primer instante hicieron buena conexión, pues se sonreían el uno al otro. Regina solo los veía, aún no podía sonreír.
─Lamento lo que ha sucedido... ─dijo sin soltar al niño.
Regina cruzó sus brazos, ocultando sus manos para no sentir tanto frío.
─También lo lamento ─lo miró a los ojos.
Jin no logró comprenderla. ¿Qué lamentaba?
─Toda mi familia vino... Sabes que la abuela siempre fue cercana, yo también le tenía cariño.
Regina por primera vez lloraba por ella, sus ojos se llenaron de agua al escuchar que Jin también la quiso. Decidió solo mirar el suelo.
─Ya sabes lo que dicen... ─habló luego de ver sus acciones─. Ahora tenemos un ángel más.
Se rompió aún más al escuchar sus palabras, ambos ya habían perdido dos ángeles. Uno permanecía en secreto. Ahora son tres.
Regina alzó la cabeza, con los ojos rojos, las mejillas húmedas y sus labios rojos por el frío y el llanto.
─No vuelvas a mencionarlo ─dijo entre sollozos.
Tomó al niño y caminó hasta la casa. En la entrada estaban los señores Kim, se detuvo al verlos. No los vio desde el día en el que arruinó su matrimonio. La vergüenza se apoderaba de ella.
Los señores Kim la miraron con lástima, pero no por la situación que vivió con su hijo, sino por las lágrimas que había derramado hace tan solo un momento, realmente se veía mal.
Regina los vio por un momento sin saber qué hacer, pero luego solo entró a casa y dejó al niño con su madre.
─¿Qué pasa? ─preguntó al ver la manera tan tosca en la que le entregó a su hijo.
Regina entró a la habitación de su abuela, cerró la puerta y empezó a llorar en silencio. Caminó hasta la cama y al sentarse sobre ella solo le quedó sentir sus lágrimas caer.
Le dolía tan solo imaginar cómo entierran a su abuela, le dolía ver a Jin. Le dolía el pasado. Y sabía que en algún momento tendrían que hablar, nunca lograron conversar sobre lo sucedido, sentía el momento cerca.
Se preguntaba si Taehyung también estaba cerca, o si quiera sabía lo que había sucedido. Se hacía miles de preguntas y ni una tenía respuesta.
Pero por ahora solo quería seguir llorando sola, por todo; por todo lo que había perdido. Su abuela, la abuela de los Kim, al amor de su vida... A su primer hijo.
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Después de un Adiós
أدب الهواةJimin y Rouse se reencuentran y vuelven a ser amigos. Reviven una historia ya escrita en un libro anterior, esta vez con papeles invertidos.