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El segundo encuentro con Hoseok vino más pronto de lo imaginado. Ni siquiera pasó una semana y ya volvíamos a encontrarnos en la cafetería, él no pareció reconocerme en un inicio, cuando le sonreí tímidamente. Frunció el entrecejo, tratando de acordarse de dónde me conocía y entonces se le iluminó el rostro, fue como en las caricaturas cuando un foco se enciende sobre las cabezas de los personajes. Básicamente así fue con Hoseok, quien sonrió al instante y se acercó a mi mesa, donde, de nuevo, estaba comiendo sola.

—¡Hola! —me dijo, él era dulce como la vainilla. Su piel pálida y el cabello negro que resaltaba lo blanco de su piel. Olía tan bien y con su simple presencia arreglaba cualquier cosa. Exactamente como la vainilla.

Y aunque a mí me gustaba más el chocolate, a partir de ese descubrimiento comencé a pedir helado de vainilla. 

—Hola —respondí, de nuevo nerviosa por su presencia.

Nunca fui una persona tímida, de hecho solía ser bastante alegre en cuanto tomaba confianza, pero con Hoseok siempre me sentí temblorosa, porque quería ser la mejor versión de mí para él, incluso antes de conocerlo ya quería darle una buena impresión de mí. 

—¿Cómo estás? ¿ya recargaste tu tarjeta? —rió.

—Sí, lo hice. Gracias otra vez.

—No tienes qué —le restó importancia con un gesto de mano y empezó a comer como si nada.

Me quedé quieta en mi lugar, viéndolo comer sin atreverme a hacerlo también pues me daba vergüenza que me viera comer. Y era extraño ya que no era ese tipo de chica, al menos no lo era antes de conocerlo, pero ahí estaba. Descubriendo cosas sobre mí que ni siquiera yo conocía. Él notó que no comía aunque no creo que supiera la razón detrás de mis acciones.

Sus palillos dejaron un pedazo de carne sobre mi plato de arroz, lo había tomado de su propio plato y ahora me lo daba mientras volvía a sonreír. La nariz se le arrugaba cada que lo hacía. Me encantaba cuando sonreía, sobre todo si las sonrisas eran para mí.

—Come, sabe muy bien.

—Gracias —volví a decir.

Hoseok negó con la cabeza, divertido por esa necesidad tan mía de agradecer cada tres segundos. Mi cerebro no parecía funcionar correctamente así que mi vocabulario se veía terriblemente reducido.

—¿Estabas comiendo sola antes de que llegara? 

—Sí —me comí la porción que él me regaló y eso pareció complacerlo—. Todavía no hago amigos.

—¡Entonces seamos amigos!

—Pero no somos de la misma edad.

—Tonterías —Hoseok rodó los ojos, todavía con su buen humor—. La edad no debe determinar si dos personas pueden o no llevarse bien.

—Bueno, es que así es la tradición.

—No me gustan las tradiciones —sacó su lengua con desprecio infantil, era como un niño haciendo un berrinche y no pude evitar reír—. ¿Entonces sí somos amigos?

Asentí con la cabeza, había cubierto mi rostro con mi mano mientras me reía y no la quitaba puesto que tenía las mejillas completamente rojas. Era algo que Hoseok siempre conseguía de mí.

—Sólo hay un problema —volvió a decir él, solemne.

—¿Cuál?

—Todavía no sé tu nombre.

Hoseok bebió de su jugo, para él la charla era tonta y tal vez no significaba tanto, aunque para mí era tan importante. Él era mi primer amigo real en la universidad. 

—Im Haeun —murmuré.

—Yo soy Hoseok —respondió con energía—. Pero puedes decirme oppa —entonces formó un corazón con los dedos y me guiñó un ojo.

Estaba tratando de ser serio para que su broma saliera bien, mas no pudo soportar la vergüenza y se soltó a reír. Las mejillas se le hicieron rojas como a mí y su nariz se arrugó junto con los costados de sus ojos, ahí donde se rasgaban se formaban diminutos pliegos de piel que le daban un aspecto más tierno todavía. Tenía la cara delicada y dulce, y todavía había un rastro infantil en sus rasgos que me resultaba adorable. 

Su risa era el canto de un ángel y me sentí afortunada de ser tan irresponsable y olvidarme de recargar mi tarjeta. Porque gracias a eso pude conocer a ese chico tan tonto y tan tierno que no dejaba de hacer bromas tontas y que se robaba los latidos de mi corazón y los suspiros de mis labios.

Chocolate!! || Son Hyunwoo, Lee HoseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora