Chocolate!! || Son Hyunwoo, Lee Hoseok

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Hyunwoo me avisó en un mensaje que estaba esperando por mí. Me levanté de mi mesa con pesar, ni siquiera pude atender la clase pues mi mente se llenaba de la bonita cara de la chica que me dio su número para él. Ni siquiera supe su nombre hasta que miré el papel.

"Somi" hasta el nombre lo tenía lindo. Una parte de mí me decía que rompiera el papelito y ocultará todo lo relacionado con su existencia, pero otra parte me obligaba a entregarle dicho recado a Son, y esta última era más grande. Si lo rompiera luego me sentiría mal y me llenaría de culpa por ser tan grosera.

Me dirigí a la salida entre suspiros, cansada, asustada también por esto que estaba sintiendo. No era normal sentir celos de tus amigos, porque sí, debía ser honesta y admitir que me estaba muriendo de celos. Estos sólo incrementaron cuando escuché los murmullos de mis compañeras, admirando la figura de Hyunwoo a metros a distancia.

—¿Quién es él? —preguntaba una.

—¿En qué facultad estará? 

—Aquí no hay chicos así de guapos.

—Creo que lo vi con la amiga de Soojin —murmuró una, las otras cuatro parecieron escandalizarse.

—¡Dios! ¿Cómo se va a juntar con ella?

—No es tan mala —añadió otra—. Nunca se ha metido en problemas.

—Ya, pero es amiga de Soojin, no puede ser buena tampoco.

Rodé los ojos, la reputación de mi amiga como siempre hacía de las suyas, la gente simplemente no podía lidiar con la idea de que una mujer tuviera muchas citas y fuera libre como los hombres. Escuchar a esas chicas me enfermaba, ese día no estaba de humor para aguantarlas, en otra ocasión me habría detenido a darles un buen discurso sobre respeto y no meterse en los asuntos ajenos. 

En su lugar sólo seguí mi camino hasta donde me esperaba Hyunwoo, quien sonrió apenas me vio. Subí a la bicicleta y partimos enseguida porque realmente no tenía ánimos de voltear siquiera a ver la reacción de aquel grupo de chicas. Me sentía un poco mal por ellas, mira que pensar que una mujer como Soojin es mala sólo por ser libre, es bastante triste y sólo refleja lo reprimidas que ellas mismas eran.

—¿Quieres ir a algún lado? —ofreció.

—La verdad no, aunque tampoco quiero irme a mi dormitorio.

Él asintió y sólo siguió conduciendo la bicicleta por un buen rato. Por el camino iba pensando, sin ánimo de hacer nada porque tenía demasiado en lo que pensar. Deseé que Hyunwoo comenzara a hablar cualquier cosa, de ese modo podría distraer mi mente, mas se mantuvo en silencio hasta que llegamos a una vereda bonita, la reconocí como el lugar donde nos besamos.

—Para aquí —le pedí.

Ninguno hizo mención de lo que significaba estar allí, era ese pacto no hablado que teníamos. Un voto de silencio que tomamos esa noche cuando me dejó en la entrada de los dormitorios de mujeres. Desde entonces no habíamos vuelto a ese lugar ni tampoco dijimos nada sobre el beso.

Supongo que era mejor de esa forma, así nos evitábamos un momento incómodo que pudiera amenazar nuestra amistad. Y pensando en eso le entregué el papel con el número de Somi.

—¿Y esto? —arqueó una ceja mientras leía el contenido de la nota.

—Me lo dio una chica de mi salón para ti.

Asintió, de pronto se veía muy serio, más no me dijo nada, sólo arrugó la nota y la guardó en su bolsillo. Pero me estaba matando la curiosidad y los nervios y el miedo.

—¿La vas a llamar?

—¿Te incomodan mis sentimientos? —fue su respuesta.

—No —musité, la pregunta me tomó por sorpresa—. ¿Por qué?

—Bueno, es que vienes y me das el número de otra chica, se siente como si quisieras librarte de mí.

—¡¿Qué?! —me horrorice, trataba de hacer justo lo contrario—. Esa no era la intención, sólo que si no te lo daba me sentiría mal, pero de verdad no quería hacerlo.

Una sonrisa se formó en su boca, entendí que había hablado más de lo necesario. Hyunwoo comenzó a acercarse, lentamente y con esa tonta sonrisa arrogante, como si acabara de ganar una apuesta conmigo.

—¿Entonces la llamo? —preguntó con gracia, mi rostro se volvió rojo al verme atrapada, porque él no dejaba de acercarse—. ¿Qué debo hacer?

—Haz lo que quieras —aparté la mirada, tenerlo tan cerca y con esa actitud arrogante me ponía nerviosa.

—Si la llamo, ¿te pondrás celosa?

Rodé los ojos, el muy maldito había entendido todo, simplemente no podía esconderme de él. Siempre encontraba la forma de leerme.

—Sueñas con que eso pase —respondí, la voz se me quebró en la última palabra, su aliento chocó con mi mejilla, seguía sin verlo y ya no me atrevía a hacerlo, me limité a sentir su risa casi sobre mi oído.

—Pues si no hay problema, la voy a llamar.

—Ya...

Por acto reflejó giré mi rostro, él estaba condenadamente cerca, ni siquiera me di cuenta de cuando sucedió, sólo sabía que ahora no existía mucho espacio entre nosotros y que si me movía un poco, nuestras narices acabarían rozándose.

Sonrió una vez más y besó mi frente, su mano tomó una de las mías para dejar en ella la nota arrugada. Entonces se separó como si nada hubiera pasado, él aparentaba estar tranquilo e indiferente, pero sus orejas rojas no podían mentirme. Estaba igual de alterado que yo.

—La próxima vez que alguien te pida mi número o algo como eso, dile que ya tengo alguien que me gusta —dijo.

—¿Próxima vez? ¡Ah! Eres un presumido.