Capítulo 8 «Caminata nocturna»

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A la 1 de la mañana no puedo dormir. No sé si es por el lugar, el ambiente o la cama. Me muevo de un lado para el otro, pero el sueño no llega. En el suelo, Meeko duerme plácidamente con la cola entre las patas y debajo de la cabeza. Ginger está acurrucada entre la cola y las patas del mapache, y Tony con las patas hacia arriba y la cabeza encima de la cola del Varázs de Javier al lado de Gin. Sonrío de soslayo al verlos. Después de observarlos un rato, me decanto por salir al balcón.

El aire fresco de la madrugada me recibe. Las estrellas brillan con intensidad y la luna llena ilumina el patio central y las afueras del colegio. Apoyo mis codos en la barandilla y mi cabeza en las palmas de mis manos.

Suspiro al ver la belleza del lugar desde el balcón. Esto es una hermosa pintura a los ojos de una persona que sepa apreciarlo. Una piedra golpea la barandilla. Levanto la cabeza y en las palmas de mis manos parecen remolinos de agua en señal de defensa. Estoy preocupada por los posibles ataques que nos había hablado Rebeca.

Ajusto mis ojos a la oscuridad y otra piedra golpea la barandilla. Miro hacia abajo y una flama de fuego aparece en le penumbra. Sonrío al ver el rostro de Chris. Con su mano indica que baje. Yo niego con la cabeza y una sonrisa en los labios, pero él insiste.

Miro hacia adentro. Brenda duerme como una roca. No hay problema si bajo un momento. Me cambio el pijama de dormir por unos shorts cortos, una camiseta y las vans que mi amiga me regaló el año pasado por Navidad. Abro la puerta con lentitud y la cierro con mucha cautela. Todo muy bien hasta que una voz dijo:

—¿A dónde se supone que vas a la 1 de la mañana? —Doy un brinco y ahogo un grito.

—Ginger, Dios. ¿Qué haces despierta? —pegunto en susurros.

—Mi hermano tiene olfato para unas cosas y yo para otras. Somos gemelos por algo. Ahora responde. ¿A dónde vas a esta hora? —Me mira con sus patas en la cintura—. Es Chris, ¿verdad? —Asiento y ella resopla—. Vamos.

—Espera. ¿Vas a ir conmigo?

—Claro, Allie. Tony y yo somos tus amigos, pero también somos guardianes. —Frunzo el ceño, confundida—. Después te explico. Es mejor que te apresures. Chris está impaciente.

—¿Cómo lo sabes? —Bajamos las escaleras mientras ella vuela a mi lado.

—Porque tengo esto. —Señala su nariz—. Tony y yo tenemos una especialidad para saber los sentimientos de los demás Varázsbarát. Y puedo decirte que si Pumba está ansioso, Chris también.

—¿Pumba también está ahí?

—Ese jabalí solo se separa de su dueño si este lo deja en su habitación.

Sonrío al recordar la cara de Chris cuando nació Pumba. Su mano temblaba y una hora después seguía con cara de susto.

—¿Es verdad que ustedes pueden sentir el estado de ánimo de su dueño? —Ella asintió.

Al terminar las escaleras, Ginger se posa en el suelo y camina a mi lado por el largo pasillo de las primeras habitaciones

—Ustedes con el tiempo deberían sentirlo también. A veces, si el dueño está enojado, nosotros podemos enojarnos o ponernos tristes. El enojo de un usuario proviene de la tristeza o el dolor. El vínculo entre un Varázsbarát y su dueño es único. No se puede duplicar ni cambiarse a voluntad de nosotros o del dueño. Si ustedes mueren, nosotros también.

—¿Qué pasa si ustedes son lastimados? —pregunto mientras caminamos a la puerta del colegio por el corredor principal.

—Si somos lastimados, ustedes deberían ser capaces de sentirlo. En ese momento, el poder de los usuarios de los elementos pasa por un proceso. Primero se debilita por la pérdida del Varázsbarát y luego aumenta por la fusión de ambos.

—Tú y Tony pasaron a ser de la familia en el momento que los vi nacer.

—Ugh. Dímelo a mí. Tu hermana me parece media loca, pero en el fondo, es de buen corazón. —Salimos al jardín central y veo a mi chico recostado a la barandilla de la escalera—. Hablamos luego. Tengo que ocuparme de un jabalí —añade con ironía y sale volando hasta Pumba.

El jabalí da varias vueltas contento y Ginger se posa en el lomo del animal como si fuera un caballo.

—Hola. —Chris me atrae por la cintura al llegar a él y besa la punta de mi nariz.

—Te extrañé esta noche. ¿Te gustó el invernadero?

—Me encantó. —Atravesamos las estatuas, tomados de la mano y dejo escapar la pregunta que me carcomió parte de la noche—. Chris, no quiero ser pedante, pero... ¿qué pasó con Thiago? Para que te pusieras así, algo malo tiene que haber pasado.

—Thiago es un primo lejano. Vive en Brasil. Lo conocí cuando entré a este colegio. Al principio todo estuvo bien, pero empezaron los problemas entre Alice y yo por él. Terminé mi noviazgo y mi amistad con él también.

—Cuando regresaste a nuestro colegio, tenías algo con Alice.

—Habíamos decidido intentarlo de nuevo, pero desde que te vi cerca de la mesa del ponche, ella pasó a un segundo plano y aquí estamos. —Nos dirigimos hacia la izquierda.

—Disculpa por ser tan preguntona. —Suelta mi mano y me atrae hacia él por la cintura.

—Tranquila. Hay cosas de mi vida que desconoces y me toca llenar esos vacíos en tu cabeza.

—¡Arre, Pumba! ¡Arre! —grita la ardilla al pasar a nuestro lado.

Agarra al jabalí por su pequeña melena y pasan corriendo a nuestro lado. Ambos sonreímos.

—Ginger es única.

—Igual que su dueña.

Besa mi sien y deja sus labios uno segundos más. Con la punta de los dedos, toco el cristal de las paredes del invernadero. Puedo sentir el pulso de la naturaleza a través del cristal.

—Imagino que encontraste tu lugar favorito. —No puedo evitar asentir y sonreír—. ¿Sabes que te quiero? —murmura, pegando mi espalda al frío cristal. Coloca su mano en mi mejilla y la acaricia con el pulgar—. Eres muy especial para mí, pequeña. Nunca lo olvides.

El Quinto Elemento (Elements II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora