veinte

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Los hombres vestidos de negro al fin dejan de golpearme, mi cuerpo cae rendido al suelo, mi boca la invade el terrible sabor a sangre, escupo al suelo manchándolo de mi propia sangre, mis ojos lagrimean por el dolor inmenso que siento en el vientre. 

Miro al señor que esta sentado mirando el espectáculo. 

El padre de Hyemin esta aquí. Como dije que lo estaría.

Intento ponerme de pie y siquiera encararlo, pero no siento nada, todo duele, todo es una mierda. 

— Te gusta estar aprovechándote de mi hija. -acomodo el costoso reloj que tiene en la muñeca- Seguro lo disfrutaste, como yo hace un momento. -se pone de pie- Espero te entre en la cabeza que un bastardo como tu... No es nada para mi hija. 

¿Porqué me duelen tanto sus palabras? 

— Ahora dime, ¿dónde esta? -los dos hombres a su lado me miran amenazantes-

— No tengo idea. -es lo único que he dicho desde que llegó, se la ha pasado preguntándome, por ello estoy casi muerto sobre el piso- 

 — Mmmh, respuesta equivocada. 

— Por favor. -logro decir- Enserio no lo se. 

Un golpe más y creo que puedo desmayarme, incluso peor. 

— ¿Porqué debería creerte?

— Termine con ella. -recostado sobre el piso cierro mis ojos buscando calmar el dolor- Se fue.

— ¿Puedo creeré? -asiento- Escúchame, vendré a golpearte hasta ver que agonizas si no es así. 

¿Acaso esto es un humano? No puedo creer que el padre de Hyemin sea así. 

— Te estaré vigilando. -camino a la puerta de salida- Vámonos. -les indica a los hombres- 

Una vez asegurándome que se han ido, mi mandíbula tiembla, me hago bolita sobre el suelo rompiendo en llanto. Siempre escuche eso de quienes me rodeaban, el "ser un bastardo" lo tengo claro desde que soy niño, pero duele más cuando esta relacionado a la mujer que amo. 

Nunca debí haberme enamorado de Hyemin.

Nunca debí haber rentado este lugar.

Nunca. 

Pero aun así... No la puedo sacar de mi corazón, porque en menos de dos meses, me pude dar cuenta que es la mujer más hermosa y amable que podré conocer. Lastima que Im Hyemin no es para mi... Porque yo quería que así fuera. 

Me ilusione, me perdí en ella, creí que esto podría ser, y no es así, tanto ella como yo hemos salido heridos por culpa de esto, lo mejor será irme. Podría venir de vuelta. 

Una mueca de dolor se forma en mi rostro, logro enderezarme un poco pero vuelvo al suelo en un santiamén, no puedo siquiera pararme, me han hecho mierda. 

Escucho el timbre y mi cuerpo tiembla. Espero que no sea nada relacionado con Hyemin ahora, igual, no pienso ir abrir. 

— ¡Kook! ¡Abre la puerta! -mi corazón late con fuerza- 

¿Qué hace aquí?

— Hyung. -la puerta se abre, lo primero que ve es que estoy en el suelo, destrozado, suelta las bolsas que tiene en manos y corre a mi, literal- 

Departamento 905 | Jeon JungKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora