Capítulo 30: "Avant de renaître, tu dois encore mourir"

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Iba caminando por una calle desconocida. Un perro negro y grande caminaba a mi lado con la mirada fija en el camino. La calle estaba deshabitada y parecía que no había personas desde hace ya varios años atrás.

Parecía que yo estaba cansado por algún esfuerzo físico, puesto que mis músculos dolían y sentía las manos duras y con tierra en ellas.

El cielo estaba siendo adornado de aquella paleta de colores que tanto caracterizan los atardeceres, pero esta vez era más oscuro.

Noté que el día avanzaba conforme nosotros avanzabamos, por lo que debía estar a la par de los pasos del can a mí lado. Él era bastante rápido, incluso parecía que tenía prisa en encontrar algo, pues olía de vez en cuando a sus lados desviándose ligeramente de su camino y dando pequeños quejidos de tristeza.

Si el perro se alejaba, me sentía inseguro. Era extraño. 

Después de varios pasos más. Mi acompañante y yo llegamos a una especie de edificación de madera en pésimas condiciones. Por dentro era oscuro y la visibilidad sería nula de no ser por un hueco hecho en una esquina del techo que dejaba entrar la poca iluminación que el ocaso producía.

La luz mencionada llegaba a unos pequeños pies en el suelo. Con precaución, movía mis manos al azar en la oscuridad para encontrar a la persona de la que eran los pies. 
Al identificar bien la postura en la que se encontraba, lo levanté y saqué de ese lugar. Sentía mis brazos pesados y mis piernas como si fueran de piedra. Y a unos cuantos pasos, lo coloqué con extremo cuidado en el suelo.

Era un niño pequeño malherido, vestía una prenda bastante grande azul cielo en su parte superior que estaba rasgada y con manchas secas de sangre, sus pequeñas piernas tenían bultos morados, su cuerpo parecía haber sido ultrajado por algún monstruo sin humanidad, y su triste y agonizante rostro estaba cubierto de tierra que permanecía seca en forma de costras al combinarse con la sangre.  

El perro se acercó a él y comenzó a olfatearlo con intensidad, lamiendo sus heridas a la par.

—Jaebeom hyung... ¿por qué tardaste tanto?

«Youngjae, no, yo no quería... ¡Estoy haciendo lo mejor que puedo!, ¡por favor, resiste!».

—Yo ya hice lo mejor que pude... y ya no puedo más...

«¡YOUNGJAE, POR FAVOR!, ¡NO ME HAGAS ESTO!».

—Lo lamento, hyung... no puedo verlo, todo está oscuro... 

El perro al igual que yo, lloraba con las palabras de aquel niño a quien yo llamaba por el nombre de mi amado.

—Hyung, tengo mucho frío...

«¡LO SIENTO TANTO, YOUNGJAE!.... yo.... lo siento...».

Lo tomé entre mis brazos y me aferré a él. 

El perro dejó de lamerlo y se tumbó al suelo, parecía que iba a dormir, pero realmente ya no iba a despertar.

Aunque los ojos de ese pequeño a quien yo llamaba por el nombre de mi amado se iban cerrando poco a poco, su mirada estaba perdida en el cielo, una mirada inerte y perturbada como la de aquella mujer de la cual la forma en la que su vida fue arrebatada sigue siendo un total misterio.

Una pequeña lágrima se deslizó por su mejilla izquierda como última señal de vida. 

«Youngjae... por favor... no mueras... resiste un poco más... te necesito».

REBORN [2Jae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora