Capítulo 41

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Ella y yo solíamos encontrarnos en ese kiosco. A una corta edad, creíamos que teníamos muchos problemas de vida y que nadie en el mundo nos comprendía. Es divertido pensar en eso, puesto que mi único problema era ir a la escuela.
No minimizo los sentimientos de un chico adolescente, jamás lo haría, pues desde mi perspectiva es la etapa donde los problemas de identidad empiezan a surgir. Mi caso por ejemplo.

Realmente no hay un punto de inicio de dónde podría decir que se originaron mis problemas de conducta. Podría utilizar la excusa de que estaba en la pubertad y por ende era un niño idiota, pero es un pretexto muy vago.

Tenía quince años cuando en una ocasión decidí escaparme de la escuela.

A esa edad tenía siempre en mente la misma pregunta, «¿por qué yo era tan diferente a ellos?». Mientras mis amigos y compañeros vivían despreocupadamente con el único fin de pasarla bien y aprobar las materias con el mínimo puntaje aprobatorio -en ocasiones-, yo no podía dejar pasar un día sin hacer mi tarea o comenzaba a sentir inquietud y no podía dormir. Odiaba eso de mí.

Jinyoung, mi mejor amigo, parecía importarle poco lo que los demás pensaran, cosa que yo envidiaba, pero no es como si tuviera el valor de hablar con alguien que te hace senitr inferior por su madurez.

Cuando buscaba respuestas respecto a lo anterior con mis padres siempre obtenía lo mismo "es que así piensan los jóvenes de ahora". «Entonces, ¿yo soy el raro?».

Mis padres no eran el estereotipo de padres desatendidos y lejanos, eran todo lo contrario. Siempre que yo llegaba de la escuela me recibía la calidez de mi madre y al cabo de unas horas, la energía de mi padre.
No los culpo de no tener una respuesta siempre para mí, es lógico, me culpo a mí de no comprender que no siempre mis dudas tienen respuestas.

—Es que no puedo dejar de sobrepensar lo que me dicen las personas, mamá, no entiendo porqué y no quiero hacerlo.

—Ay, Jaebeom, solo trata de relajarte. No todo lo que dicen las personas tienen mensajes ocultos. No ganas nada por preocuparte por todo lo que te dice.

Eso no me ayudaba. Mi madre lo intentaba, ella no quería que su hijo se perjudicara por pensamientos estúpidos que no le correspondían a su edad. Lo único que debía preocuparme en ese tiempo era lo mismo que mis compañeros procuraban.

Me sentía incomprendido.

En una ocasión, uno de mis primos mayores me dijo algo que afectó severamente mi forma de pensar.

"Es que lo que te enseñan en la escuela, realmente no sirve. Se supone que se tiene que estudiar para conseguir un trabajo, ¿por qué no enseñan a prepararse para conseguir un trabajo?, ¿qué es eso de dar materias como Artes o Música? Eso es solo para gente a la que le gusta. Hay demasiadas asignaturas que no necesitamos".

No diré que era un pensamiento revolucionario o algo por el estilo, sin embargo, para un chiquillo impresionable de quince años, eso era super antisistemas y anarquista, por lo tanto, era cool.

Pasaban los meses y poco a poco, mi forma de pensar se vio más afectada. Desgraciadamente, alguien que busca su identidad es fácil de manipular.

Entonces llegó ese día. 

Ese día, mis amigos y yo estábamos en el aula de clases. El tercer periodo estaba por comenzar, aún así la mayoría de mis compañeros estaban dispersos por toda el aula y el pasillo.

—¡Hey chicos! —dijo uno de mis amigos—. ¿La clase que sigue es química?, si es así, mejor vámonos.

—¿Hablas de faltar a la clase? —preguntó otro—. Estoy de acuerdo, la profesora ya está demasiado vieja para dar clases y realmente me da sueño cada que habla.

REBORN [2Jae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora