Mi hombre lobo.

Un postre para un corazón afligido

Podd tenía ya todo perfectamente organizado sobre la mesa para preparar las galletas, dejando de lado el momento algo extraño que tuvimos hace un rato, y sinceramente me seguí preguntando para que me trajo, si realmente no le he ayudado en nada.

-Bien Gulf, ahora te toca ven aquí- ordenó con una voz dulce, me acerqué renuente y me dio una taza medidora. Me pidió sostenerlo y luego agregó la haría de trigo, hasta llegar al borde de la taza. Me ordenó verter la harina dentro de un bol plateado y luego repetimos la acción dos veces más.

Luego extendió hacia mí una cuchara medidora y me pidió sacar seis cucharadas de harina, y luego agregar la misma cantidad de fécula de maíz.

-¿Por qué debo hacer esto?- le cuestioné a Podd.

-Estamos preparando la harina para pastel, desde cero. Por eso es necesario este procedimiento. – Informó pareciendo que era algo obvio, pero al terminar de añadir las cucharadas aclaré lo que realmente quería preguntar.

-No, a lo que me refiero es ¿por qué debo preparar galletas, en lugar de estar trabajando?

-Ah... bueno es porque- dirigió su mirada seria hacia mi- Lhong me contó lo que pasó con Mew en la mañana, y cuando vi el estado en el que estaba mi amigo, creí que estarías peor. Por lo que pensé que si cocinabas galletas te sentirás mejor – un rubor tintó sus mejillas- cuando me siento cansado o sin saber que hacer, me gusta cocinar así que, quise que tú también cocinaras.

>>Perdón por inmiscuirme y traerte sin que lo desearas- musitó en un hilo deprimente. Mi corazón se estrujó, él quería ayudarme a sentirme mejor, pero no sabía cómo hacerlo. Solo pudo pensar en obligarme hacer galletas y ahora parecía severamente apenado.

Suspiré.

-Ya agregué todas las cucharadas ¿Qué debo hacer a continuación?- al escuchar mi pregunta, los ojos de Podd se iluminaron y me sentí feliz. Era una felicidad contagiosa la que Podd mostraba. Me pasó un colador y la colocó entre mis manos.

-Ahora debes tamizar la harina. – Fruncí el ceño, aunque no soy malo en cocinar. No sé mucho de repostería y algunos de sus términos, por lo que no sé lo que debo hacer, Podd pareció captar mi duda y se apresuró a colocarse detrás de mí. Me rodeó con sus brazos y puso una de sus manos sobre la mía. Vertió parte de la harina sobre el colador y luego colocó la otra mano sobre mi mano libre, el contacto me tensó un poco. Pero pareció que Podd no lo notó.

-Debes colar la harina, para eliminar los grumos. Justo así – explicó cerca de mi oreja, su armoniosa voz retumbó en mi oído izquierdo. Provocando que sintiera un calor exasperante cubrir mis orejas.

Con movimientos suaves comenzó a agitar el colador entre nuestras manos, y encima de la mesa comenzó a caer la lluvia blanca. Podd parecía muy centrado en lo que estaba haciendo, tanto que había comenzado a tararear la melodía de una de las canciones que habíamos oído en el auto.

Una vez que acabó con la primera mitad de harina, vertió la harina restante dentro del colador y repitió la acción anterior. Moviendo con suavidad y paciencia el colador. Exhalaba con suavidad y el calor de nuestras manos era perfecta. Mi corazón poco a poco comenzó a tomar un ritmo más apresurado y cuando giré mi rostro viendo su perfil derecho, sentí que el aire quedó estancado en mis pulmones.

Podd es muy atractivo. Y desde esta distancia tan cercana, podía apreciar sus largas pestañas, sus labios carnosos de melocotón y percibir un exquisito aroma a frutos rojos, que provenía de él.

-Se nota que te gusta cocinar- declaré suavemente, llamando la atención de Podd. Volvió rostro hacia a mí, y mi cuerpo se volvió a tensar cuando nuestros rostros quedaron a escasos centímetros de distancia. Podd pareció que también se tensó, y abrió ligeramente los ojos cuando por fin se dio cuenta de la manera en que nos encontrábamos.